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- Lunes 25 de mayo
- Lunes 6 de julio
- Cruz y campana
El tiempo es inmutable. Un mismo lugar, un largo o corto tiempo después, no refleja variación alguna. Todo está en el mismo lugar. Han sucedido cosas, han variado los testigos y las personas que allí acuden no son las mismas. No podemos dar cuenta de aquello que no hemos visto. Solo es posible transmitir los acontecimientos de los que hemos sido testigos. Mantener la memoria de un lugar es muy difícil. Las imágenes, los santos y las luces se mantienen con nuestra constancia y nuestra voluntad. El observador es el mismo y la imagen está obtenida desde el mismo lugar. El último lunes de mayo fue un día nublado y lluvioso. El primer lunes de julio fue un día de solo brillante y potente, de calor asfixiante. La diferencia de la intensidad de la luz sí puede apreciarse. La hora marcada por el reloj es casi la misma. Nada parece haber variado.
Es tiempo de descanso, de reflexión, de acumulación de datos y de ordenar pensamientos. Habrá que decidir sobre situaciones que se nos presenten, y también enfrentarse a acontecimientos imprevistos, que exigirán de nosotros alguna respuestas. Hay que mantenerse y mantener todo esto. Contamos con apoyos ocultos y silenciosos. El tiempo será muy largo. La luces serán a veces muy tenues. La fuente en la que aplacar nuestra sed de respuestas tendrá a veces solo un hilo de agua.