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alpandeire, capuchinos, fray leopoldo, reliquias, santos y beatas
El monje limosnero de Málaga y Granada
El limosnero de Granada, Fray Leopoldo ya es beato y venerable. La santidad tiene dos caminos claros, uno es el de los grandes santos y santos, que desde un primer momento ya decidieron cual era su destino y vocación. El otro camino es el de aquellos/as que nunca llegaron a imaginar que se convertirían en objeto de intensa veneración y culto. Este último camino es el del venerable fray Leopoldo de Alpandeire, pueblo de la serranía de Ronda de la que toma el sobrenombre, y en el que nació el 24 de junio de 1866. Ninguno de los dos caminos es fácil, ni puede preverse. Un solo minuto de descuido, y el diablo, siempre al acecho, puede hacer descarrilar hasta el tren más pesado.
Una antigua biografía elaborada por fray Ángel de León, con el título de Mendigo por Dios, nos nutre de interesantes y ya olvidados datos y fotografías. De sus orígenes y vicisitudes juveniles poco se sabe. Era uno entre muchos hermanos, de los que no hay constancia de todos. Su labor era la de jornalero y su nombre real Francisco Tomás de san Juan Bautista, en honor del santo bajo cuya advocación nació; el día de mayor presencia de la luz solar. En aquellas familias numerosas era habitual que los hijos tomaran todo tipo de caminos, unos el de soldado, otros jornaleros como los padres, y siempre alguno o alguna era llamado a la vocación religiosa. El futuro fray Leopoldo cumplió con el servicio militar, siendo destinado a Málaga, en el Regimiento de Infantería de Pavía, en el año 1891. A los 33 años y a los 8 de esta última fecha, tomó los hábitos como fraile capuchino.
Las reliquias de los santos
Condenadas por el heresiarca Lutero, las reliquias son tenidas en gran consideración por la Iglesia de Oriente, en cuyo seno nació este tipo de culto y de veneración. Las más veneradas son los cuerpos de santos y santas, y suelen estar depositadas en iglesias y monasterios. Su poder es tal, que en todos las épocas, los motines y revoluciones empiezan siempre con el saqueo de las tumbas de los santos y de grandes hombres y mujeres de la nación. Los revolucionarios franceses destruyeron todos los enterramientos de reyes y reinas de Francia en Saint Denis.
El más común de todos los coleccionismo de reliquias es el de minúsculos trozos de los hábitos, o telas usadas por ellos o ellas, e incluso la fragmentación de los primeros féretros que albergaron sus restos. Estos dos tipos son los que más abundan en las estampas de fray Leopoldo, el monje encargado de recoger las limosnas para su convento en Granada, y que hoy es su mayor fuente de ingresos. Hay dos párrafos curiosos sobre la fragmentación del hábito del fraile limosnero, en el libro antes citado, y que por su interés vale la pena reproducir: «La custodia y defensa del cadáver contra la santa rapiña de reliquias constituyó un verdadero problema. Resultó insuficiente la vigilancia de los religiosos, pues disimuladas entre los rosarios y otros objetos devotos, ocultaban la tijera piadosa, que cercenaba el hábito o el cordón. Este, por ser presa más fácil, hubo de ser reemplazado hasta 7 veces. Al bajar el cadáver a la tumba, apenas quedaba cubierto por un indispensable trozo de tela, que cuando más, llegaría a la tercera parte de lo que constituía su hábito».
La beatificación es regional o local, y la santidad universal. En Andalucía la fama y devoción a fray Leopoldo es muy grande y extendido, pero no conocemos cual es el grado de conocimiento que de él se tiene más allá de la frontera natural que supone Despeñaperros.
Jaculatoria: ¡Pastora divina de las almas!. Por la filial y tierna devoción que te profesó fray Leopoldo, dígnate interceder ante la Santísima Trinidad para obtener la gracias que pedimos. (Tres avemarías).