El silencio de la hora santa
Es la iglesia o convento que más tiempo está abierta en Almería. Sus habitantes son la religiosas esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada. Se celebra un oficio religioso al día, sin embargo, el lento goteo de visitantes que acuden a descansar, contemplar y meditar ante el Sagrario son muchos. Esto refuerza nuestra idea de que una iglesia abierta se visita y atrae gente, mientras que una cerrada no.
Contemplan y oran ante el Sagrario y ante el Santísimo Sacramento y su custodia durante 24 horas al día, todos los días del año. Compensan así la defección de los discípulos de Jesucristo, cuando se quedaron dormidos en la amarga hora del huerto de Getsemaní.
Si se quiere describir transmitir algo, hay que contemplar, una y otra vez, sin descanso, durante días, meses e incluso años. Hay una necesidad de preguntarse siempre, para obtener respuesta algún día, y poder escribirla. Si no se contempla, no se pregunta, no se observa, jamás habrá respuestas. Lo que está escrito en los libros ya está ahí, pero esa Fe rígida, de preguntas y respuestas preestablecidas, es como un catecismo, inmóvil como una piedra. Marca el camino pero nada más. Sólo lo que está vivo y abierto a las inclemencias del tiempo, puede sobrevivir, ser útil e incluso transmitido, porque esa fe transforma y se transforma.
La religiosas de la congregación fundada por la madre Rosario del Espíritu Santo Lucas Burgos, no desfallecen, ni en los días de frío ni en los de calor, ni en el día ni a la hora en la que suele vencer el sueño. Oran y permanecen en su dedicación, en su oficio, sin preocuparse de cuántos puedan acompañarlas, y hay horas en las que suelen estar solas. Su convento permanece abierto casi doce horas al día. Su silenciosa y constante actividad, nada gratificada de puertas afuera, produce admiración, pese a su difícil compresión.
Ya lo dijo Marcos: ...»Para que mirando no vean, y escuchando no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados».