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Y al tercer año regresaron
En el tercer año, 2022, regresaron las procesiones a las calles en todas las ciudades de España, único país en donde se celebran hasta en los pueblos más pequeños. Todos tienen su particular Semana Santa. Dentro de ellas, cada comunidad o grupo de fieles tiene sus devociones específicas. Para ello existen una pléyade de santos, imágenes o prácticas completas, a las que se llama devociones. Es un filiación concreta dentro de una más general y amplia.
Es imposible conocer todo, por ello es necesario estar vinculada a una determinada. La cuestión es que puede tratarse de una devoción colectiva o personal. Incluso también, alguien puede promover crear un colectivo a partir de una devoción personal. Hoy en día hay muchas que siguen vigentes y otras que han caído en desuso. La laicidad de la sociedad y su extensión, va restringiendo el alcance de estos espacios devocionales, y reduciéndolos a grupos cada vez más pequeños.
El auge y esplendor visual de la Semana Santa como fenómeno público, esconde también una dificultad para mantener el número de pasos y de costaleros o porteadores. En ciudades grandes y con gran tradición procesional el fenómeno es menos acusado, dada la gran cantidad de población existente.
Cuando pasa la Semana Santa, los templos vuelven a quedar en su habitual penumbra, y con los pocos fieles que colaboran con las parroquias en las labores de mantenimiento. Visitar un mismo lugar antes y después de la semana de pasión, es como estar en mundos diferentes. La normalidad, el silencio, las pocas pero conocidas caras, vuelven a encontrase a diario y todo vuelve a su lugar, a su lento pero constante ritual. La revolución semanosantera pasa una vez más, y los santos e imágenes vuelven a reinar sobre sus silenciosos y umbríos altares. En esa quietud es cuando puede volver a conectarse con aquello que prefiere estar en lo oculto y desde allí ver y escuchar.