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El primer ministro y jefe del Gobierno de Grecia Kiryakos Micotakis, ha dicho hoy mismo: que el retorno de Hagia Sophía como lugar de culto islámico, es un signo de debilidad y no de fuerza. En esto parecen coincidir los analistas consultados, pues el giro que ha imprimido hoy el presidente de la República de Turquía Tayyip Erdogan, parece una cesión al ala más radical del islamismo turco, en detrimento del islamismo moderado que parecía representar el propio Erdogan, cuando ganó sus primeras elecciones en marzo de 2003.
En su visita a Córdoba en 2010, y en el interior de la mezquita-catedral, Erdogan defendió el ejemplo de Santa Sofía como monumento, ya que en realidad se trata de una basílica cristiana erigida por el emperador Justiniano entre los años 532-537. Por tanto, hasta su conquista en 1453, la gran basílica de Constantinopla se mantuvo 916 años consagrada a la Santa sabiduría de Dios, que es su verdadero título. Por contra y hasta la decisión del fundador del Estado turco (Mustafa Atatürk) en 1934, apenas pasó la mitad de su existencia total como mezquita, 479 años.
¿Quién o qué ha empujado al presidente Erdogan a tomar esta decisión? Parece claro ha sido la presión de los islamistas más intransigentes, a cuya cabeza parece asentarse el ministro de Asuntos Religiosos de Turquía, el doctor Alí Erbaς, que ha dirigido la oración del regreso de la antigua basílica cristiana, con una cimitarra o espada ceremonial otomana. Será un ritual, pero no deja de ser una espada en un templo. Sin embargo, el doctor Alí Erbaς, ha formulado un dura reprobación de la decisión del año 1934, la que transformó Santa Sofía en museo y abierta al mundo.
El golpe al ecumenismo religioso
Tras las dos visitas de los dos últimos Papas al interior de la basílica de Santa Sofía (Benedicto XVI y Francisco I) y la del propio Erdogan a la mezquita-catedral de Córdoba, parece que lo que se ha asestado es un duro golpe al ecumenismo religioso, sino que es lo deja herido de muerte conceptual. El ecumenismo o encuentro entre religiones, es algo que ha rechazado siempre la Iglesia ortodoxa, sobre todo la griega, porque es la que sufrió el acoso y la persecución del Imperio Otomano.
Las lonas retráctiles han cubierto los mosaicos de Cristo Pantocrátor y de la Theótokos, así como el del arcángel San Gabriel. Las alfombras verdes de rezo han cubierto todo el suelo de la basílica, y sobre la gran cúpula de Santa Sofía se proyectaban los versículos del Corán.
Las imágenes de la ceremonia, aunque muy cuidada y hermosa, la jutba del doctor Erbaς, la espada, la precipitación del propio Erdogan al organizar la ceremonia solo 14 días después de la reconversión del monumento, no transmiten buenas sensaciones. Puede significar un paso atrás para Turquía en su constante intento de acercamiento a Europa.
La ciudad de Estambul, capital histórica de Turquía, es la que tiene el mayor número de mezquitas del mundo, de hecho las más espectaculares y de mayores dimensiones se encuentran en la ciudad. La reconversión de Santa Sofía en mezquita, consumada hoy, no aparta nada al panorama religioso islámico, salvo división y una posible radicalización, que puede acabar afectando al mundo y a las relaciones internacionales.