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Superiora Congregación Esclavas Inmaculada Niña
La congregación de la Inmaculada Niña llegó a la ciudad en la primera mitad de 1921, y se instalaron desde el principio en el Barrio del Industrial. Se ha escrito muy poco sobre ellas, aunque tampoco buscar ser conocidas en exceso. Se trata de una Congregación dedicada a ayudar a las niñas sin hogar, en algo se distinguen del campo de acción de Las Religiosas Adoratrices. Las hermanas de La Divina Infantita es una congregación de origen mexicano, surgida en un convento de concepcionistas, tras las visiones de una lega, Magdalena de San José. Es una historia paralela entre España y México, entre el sacerdote almeriense Federico Salvador Ramón y la madre mexicana Rosario Arrevillga. Ambos se conocieron durante la estancia en México del padre Federico Salvador, dando lugar a esta novedosa y singular Congregación. La Divina Infantita es la patrona de la localidad de El Ejido. La conexión entre Melilla y México ha sido siempre muy estrecha. En 1948 falleció en nuestra ciudad una superiora de la Congregación Rosario de La Pureza Cataño Flores, y en 2008 una hermana mexicana Consolación Orona, a la edad de 102 años, y que había llegado a la ciudad con la Madre Superiora antes mencionada.
En esta tradición se enmarca la vida de la madre Manuela Amaro Cueto, fallecida el 21 de octubre a la edad de 84 años, siendo los 30 últimos en nuestra ciudad, al servicio de esta Congregación, en la que llevaba casi 60 años, con el nombre de Madre Infancia.Manuela Amaro fue superiora de la Congregación hasta el año 2008. Su simpatía y buen talante, ganaba rápidamente el afecto de cualquier persona que se acercara hasta ella. Nunca le faltaba una sonrisa, ni su disposición a satisfacer cualquier demanda que estuviera a sus alcance. Mi último encuentro con ella fue en el mes de septiembre, todavía en plenas obras de rehabilitación de la capilla del Colegio y Residencia de la Divina Infantita, facilitándome las llaves de la azotea, para que pudiera fotografiar las campanas de la antigua espadaña, no resultando una labor rápida ni fácil.
Poco o nada se sabe de su vida anterior a su profesión religiosa, algo que hizo a los 24 años de edad, desde entonces y ya para siempre, será la Madre Manuela. Era una mujer menuda, y una gran religiosa y persona. Se enfrentó a un asunto muy serio, la rectificación de la herencia del notario Juan Castelló, y salvó milagrosamente la propiedad del Colegio y Residencia, por lo que se la puede considerar como su salvadora. Esa es sobre todo, su herencia física para este mundo. La espiritual permanecerá entre sus muros.