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Los finos hilos del diablo
Los que conocen, los que conocemos, al Vicario de Melilla, Eduardo Resa Huerta, habían apreciado un cambio de actitud, en un hombre siempre afable, cordial, alegre, y al que ahora se ve siempre meditabundo y orante. No había dicho nada ni siquiera a sus más allegados. Había aconsejado bien a la mujer que se había enamorado del párroco caído bajo las garras de la lujuria: «Acude a la policía, acude a la policía», aconsejó siempre a Rosario*, «trompetista» de la Banda Musical del Cautivo.
En los primeros días del presente año, el Vicario Eduardo Resa recibió la brutal confidencia que arrasó la parte final de su exitoso mandato en el Arciprestazgo melillense, al que se llegó procedente de la iglesia de San José en Vélez Málaga, en julio de 2018, en donde dejó un imborrable recuerdo. Curiosamente, es la misma localidad que la del sacerdote y ex fraile de la Trinidad, detenido y encarcelado por presuntos y diversos delitos de índole sexual. El denominado como padre Francisco o padre Paco, quién llegó a Melilla en julio de 2021, y que también fue nombrado como capellán del centro penitenciario.
Según expresan los medios de comunicación escritos y digitales, la trompetista del Cautivo o «novia del cura», mostró una foto grosera del «padre Paco» al Vicario Episcopal, y ante sus requerimientos sobre proseguir con las visualizaciones, el Vicario le dijo que no quería ver nada más, y volvió a insistir en su consejo de acudir a «la policía».
Desde entonces, el Vicario Eduardo Resa solo reza. Ya no se desprende de su libro de oraciones o del santo rosario, principales elementos de protección contra las acechanzas del maligno. Se le ve siempre en su templo atento a su gestión, pero en cuanto tiene ocasión, se recoge en cualquier rincón e inicia sus rezos. Desde el mes de enero acude cada tarde, como simple orante o dirigiéndolo, al rezo del rosario frente a la capilla del Sagrario. También ha conseguido que una vez al mes, Radio María emita su rosario en directo desde el templo arciprestal del Sagrado Corazón.
Ya no es el mismo. Ahora toda la ciudad, el mundo entero, conoce lo sucedido, pero él lo sabe desde los primeros días de enero. Él resistió a la tentación diabólica de ver más, de ver lo que no debe verse, al igual que el compañero del sacerdote caído bajo el abanico de la lujuria, que espantado, y siempre en apoyo de del Vicario, pidió la salida inmediata de la ciudad. En la iglesia de Santa Mª Micaela hay siempre dos sacerdotes cotitulares. Manuel Jesús Otero y Manuel Jesús Robles han sido nombrados este mismo mes de septiembre como párrocos in solidum, de la parroquia asaltada por los influjos del Maligno.
El Vicario Eduardo Resa ya solo espera su relevo, pero sigue rezando cada día. Es de esperar que el Obispado de Málaga, impasible y hermético, ordene el relevo de este sacerdote santo, y le ofrezca un relevo digno a sus méritos. Él redactó su informe. El Obispado sacó de aquí al sacerdote vencido frente al mal, pero sin publicitarlo. El padre Fran salió de Melilla en enero, como alma que lleva el diablo. Él aconsejó bien a la confundida y desorientada denunciante: Acude a la policía. Desde entonces el Vicario episcopal solo reza y medita.
Hay una ausencia inquietante en las iglesias melillenses. En ninguna existen imágenes del Arcángel San Miguel, el gran vencedor frente al Ángel Caído, el que mejor garantiza la protección frente a sus constantes acechanzas. Es al único al que no se le puede mirar a los ojos.
Nota: *Rosario no es su nombre real.