




Savonarola, de predicador y profeta a hereje
La basílica de San Marcos en Florencia pertenece a la Orden de los predicadores Dominicos. El convento ya no, porque es el Museo Histórico de Florencia. La basílica está en activo desde el siglo XII con los monjes Vallombrosianos, una orden contemplativa bajo las reglas de los benedictinos. Los benedictinos Silvestrini llegaron en 1290 y fueron expulsados por el Papa Eugenio IV en 1418, por vivir sin pobreza y sin castidad. Firenze, la ciudad del lujo y de la ostentación ya estaba armada.
El 21 de septiembre de 1452, nacía en Ferrara un niño al que pusieron, entre otros nombres, el de Girolamo, hijo de Nicolás Savonarola y Lena (Elena). ¿Estaba marcado su destino? ¿El libre albedrío tiene solo escasas opciones según los condicionantes? Si se elige sin alternativa posible, no existen ni el azar, ni el libre albedrío. Con solo 23 años, Girolamo Savonarola ingresa como fraile dominico en Bolonia. No lo sabía, o quizá sí, pero le acechaba todo. Desde los monarcas más poderosos de la Tierra, hasta el mismo Papa. Convivirá con Maquiavelo, con el Papa Alejandro VI Borgia, con el Rey de Francia Carlos VIII, con el Gran Capitán, con los Reyes Católicos de España, con Lorenzo de Medici, el Magnífico. Se moverá en medio de unas tensiones máximas que no podrá dominar ni controlar. Savonarola hará una predicación unidireccional, en un entorno de alianzas cambiantes, lo que resulta demasiado arriesgado para cualquiera, sobre todo en aquella época, y entre las tempestades del mundo.
Dotado de gran memoria y capacidad de aprendizaje, destacará sobre todo por su oratoria apocalíptica, que le elevará por encima de todos y llevará también, al abismo humano del enfrentamiento con los poderosos.
Savonarola frente al mundo y los poderosos
El Poder no es inocente, no es esa su esencia. Una vez alcanzado por cualquier modo, solo exige su detentación. Esos son sus dos únicos objetivos. El convento de Santo Domingo en Bolonia, fundado en el siglo XIII, era el faro de la Orden de los Dominicos1. Pronto es nopmbrado lector y subdiácono en en 1477. Un año después es matriculado en la facultad de teología. En 1482 será asignado al convento de San Marcos en Florencia, gobernada por la familia Medici y en ese momento, por Lorenzo el Magnífico. Pero los nombres dan igual, porque el Poder permanece siempre. No era inocente Alejandro VI, el Papa Borgia. No lo era tampoco Girolamo Savonarola, el gran agitador y motor de la revuelta popular o levantamiento. que provocó la salida de los Medici de Florencia en 1494. Desde ese momento su vida está ya implicada en las siempre turbias aguas de la política. Ya no es un fraile, prior de San Marcos, es también un ferviente político. «Las naciones no se gobierna solo con padres nuestros», decía Cosme de Medici. Se implica profundamente en la lucha política, olvida la gran máxima del Maestro: «No se puede servir a Dios y al César«. Cuando la política y sus matices actúa, el suelo firme se torna en arenas movedizas. Roma avisa con moderación y ordena su traslado a Lucca, que desobedecerá.
El ajonje ha manchado e inutilizado sus alas, y su predicación se aleja del cielo y acerca peligrosamente al suelo. Blancos, grises, piagnoni (llorones) y arrabiati (rabiosos), se adueñan de la escena política. Los partidarios se empiezan a esfumar. Se le llama a Roma (no acude), se le prohíbe la predicación (no la interrumpe). Se le excomulga en mayo de 1497, lo que equivalía a retirarle toda protección. Ya no es religioso y la autoridad civil puede actuar contra él. Mientras tanto, la política de altura rodeaba Florencia. Las suntuosas torres de Sangimignano, símbolos de los poderosos, habían aturdido su entendimiento. En la primera hora del 8 de abril de 1498, fue sacado por la fuerza del convento del que fue prior, junto con los también frailes Domenico Buonvicini, y el inquietante Silvestro Maruffi.
El convento de San Marcos
En el convento el tiempo parece detenido. Se anuncia, pero discretamente, la presencia de las escasas pertenencias y obras de Savonarola. Nadie quiere volver a llamar la atención pública, ni por supuesto la de Roma. Se recorren dos galerías de las antiguas celdas de los monjes antes de llegar a las habitaciones del Prior Girolamo. Un rosario de cuentas enormes, su retrato y busto. Su capa, su camiseta y su cilicio para mortificar las carnes. Hay un ejemplo allí y una gran llamada de atención. Hay algo que todavía llama desde esas celdas y pertenencias. Da igual que hayan pasado cinco siglos de unos hechos que conmocionaron al entonces mundo. Savonarola fue quemado el 23 de mayo de 1498, el mismo año en que por 1ª vez se puso el pie sobre el continente americano, en lo que hoy sería Venezuela. Melilla se había conquistado solo un año antes. Solo seis años después de que los Reyes Católicos pusiesen fin al Reino de Granada y a la España musulmana.