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       «En cada tentación de las que padecemos en esta vida luchan dos dos amores opuestos: el del mundo y el de Dios. 

       Lucha con valor, porque la corona de la victoria se ha prometido únicamente a aquellos que combaten. Mira pues, de frente a tu enemigo y ten presente que si sales vencedor, serás coronado. La lucha está dentro de ti mismo; no temas a enemigos venidos de fuera; véncete a ti mismo y tendrás vencido al mundo. ¿Qué te podrá hacer cualquier enemigo exterior, sea el diablo o alguno de sus ministros?. Lucha pues, y lucha con esfuerzo. El mismo que te regeneró, es el juez de la lucha; y el mismo que te ha hecho descender a la arena; está dispuesto para coronarte si consigues la victoria.

      Una cosa es, sin combatir, disfrutar de una paz verdadera, otra, combatir y cnseguir victoria; otra combatir y ser vencido; y otra, sin pelear, ser vencido. Para vencer, coloca tu esperanza en aquel que te ha mandado combatir, y con el auxilio del que te ha ordenado que combatas, conseguirás el triunfo sobre tus enemigos».

          Kempis agustiniano