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Sinagoga de Benarroch y Truzman en Melilla
En el libro de Daniel, 9-4, se dice: Oré pues al Eterno mi Dios e hice confesión, diciendo: «Oh Señor, grande y poderoso, que guardas el Pacto y alientas misericordia con los que Te aman y guardan Tus mandamientos. A ti, oh Señor pertenece la justicia y a nosotros la confusión de rostros».
¿Dónde mejor que en una sinagoga para dirigirse al Padre Eterno? Aunque a todos se les llame pueblos del Libro (judíos, cristianos y musulmanes), hay que decir que en realidad no se trata del mismo libro. La Biblia hebrea o Tanakh, no es lo mismo que el Antiguo Testamento, ni el Corán tiene nada que ver con los otros dos libros anteriores. En realidad, las tres grandes religiones del mundo se han generado del primero de los libros, salvo el budismo, que pertenece a una tradición distinta.
Entramos en la sinagoga de Isaac Benarroch y Abraham Truzman, en Melilla, en la que quizá es la más antigua de las existentes en la ciudad, y cuyo horizonte temporal se sitúa en un siglo. Actualmente son 6 las que tienen culto activo en Melilla. En un tiempo pasado superaron la docena, pero la comunidad israelita se ha reducido a la mitad, desde su tiempo de mayor esplendor. La fundación del Estado de Israel en 1947, provocó un gran éxodo en todas las comunidades judías del mundo. Hoy por hoy, la comunidad melillense es muy estable y está plenamente consolidada.
Se suele tener la idea de una sinagoga como un lugar casi vacío, en comparación con los templos cristianos, repletos de imágenes y alteres. Sin embargo, en una sinagoga no existe demasiado espacio vacío. Están abarrotadas de lámparas, de ornamentación, de libros, de estanterías, de taquillas y de todo tipo de mobiliario. Lo único que no existen son imágenes, porque están expresamente prohibidas por El Padre Eterno. El Amud es el lugar desde donde se dirige la oración, recuerda mucho al púlpito de las iglesias cristianas, y esta situado en el centro de la estancia, como aquel. La zona sagrada, Arca o santuario, está en la misma posición en la que se encuentran el altar cristiano, pero la gran diferencia es que en él solo se custodian los rollos de la Torá y la Menorá, o candelabro ritual de 7 brazos.
Las lamparas lucen en recuerdo de los familiares fallecidos, y son donaciones de familias y fieles. También se colocan placas conmemorativas con oraciones o nombres, igualmente donadas. La tradición judía permite una vinculación más efectiva de los fieles con su sinagoga, ya que pueden hacer aportaciones ornamentales a la misma, algo que no ocurre en los templos católicos, que están administrados por La Iglesia.
En cualquier caso, es claro que el Abba o Padre al que se dirigía Jesucristo, o el rabí Jeshúa de Nazaret de la tradición judía, en lengua aramea, es el mismo al que dirigen sus oraciones las comunidades judías. La cuestión es que a una sinagoga no se puede acceder si eres un gentil (cristiano) para rezar, pero sí se puede acudir de visita. En una sinagoga los fieles israelitas rezan 3 veces al día, incluido el Sabbath, que es el día litúrgico por excelencia de la tradición hebraica, el mismo día que el Padre Eterno reservó para sí mismo. Las sinagogas están orientadas hacia el Este, hacia Jerusalén, hacia el Muro de las Lamentaciones.