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Colección de rosarios devocionales
Dicen los que entienden, que la Fe es un don, y también un tesoro. La Fe ha producido tesoros, en todas las religiones, a lo largo de los siglos en forma de creaciones artísticas, literarias, musicales. Está claro que la Fe, es entre otras cosas, parte de la condición humana. Es un misterio inextricable. Muchos la defendido, intentado explicar, a la par que otros la combatían con denuedo. La Fe también ha llevado a hacer barbaridades en su nombre, por eso hay que darle el valor justo, el que le corresponde. Todo debe ir siempre acompañado de obras: «…y Yo, por mis obras, os probaré mi Fe«. Frase sencilla e impresionante y a la vez muy profunda.
Un día, empecé a encontrar rosarios fascinantes en el Rastro de Melilla. Nunca antes me habían interesado, la verdad es que hasta los desdeñaba. Sin embargo aquellos rosarios antiguos, pesados, hechos de maderas, de semillas, metálicos o de otros materiales, me resultaron atractivos. La gente se deshacía de ellos, como objetos anticuados y sin utilidad en el mundo actual. Yo percibí en ellos algo en lo que no me había fijado hasta ese momento. Esos rosarios desgastados que estuvieron en manos de personas, que elevaron sus preces una y otra vez, estaban cargados de buenos deseos, de agradecimientos, de súplicas, de energías positivas. Son como viejos caminos para comunicarse con lo más Alto y decidí coleccionarlos y guardarlos. Tienen valor, pero no es monetario. Son un tesoro, pero de una categoría que apenas puede percibirse. Desde entonces me acompaña una buena cantidad de ellos, algunos muy hermosos. Algunos tiene 100 años de antigüedad. Pertenecieron a personas de las que nunca sabremos nada.
Curiosamente hace unos meses me contaron una historia alusiva al uso del rosario por los Católicos.
Cuando las mujeres cristianas eran arrastradas al Coliseo (Anfiteatro Flavio) para su martirio y escarnio público, llevaban unas coronas de rosas adornandole que significaban el símbolo de pureza y felicidad en el cercano encuentro con Diós tras sus muertes. Cuando morían en la arena, los hombres cristianos recogían esas coronas y por cada flor que llevara engarzada rezaban una oración por ellas.
Esto se convirtió en tradición para los cristianos.
Tengo uno igual que el tercero por la derecha, el más blanco de todos, como nacarado. Hace una decada visité Roma y solicité Audiencia Papal, por aquél entonces Juan Pablo II. Al llegar a la cita, ese día no estaba, pero nos recibió el Prefecto Pontificio, y en su nombre nos regaló un rosario bendecido. Es como ese.
El primero por la izda, abajo, el que parece que tiene cascabeles con la cruz grande parece muy antiguo. Es bonito.
Esa es parte de la leyenda dorada. Investigaré bien la historia del rosario. Los sarracenos usan algo parecido, «el masbaha». Quizá el rosario cristiano, al igual que el sarraceno, provengan de alguna tradición o costumbre oriental.
http://islamqa.info/es/ref/3009
A mí me pareció de cierta veracidad histórica eso que denominas leyenda dorada, sobre todo teniendo en cuenta que es un historiador quién me lo relató.
Me gusta mucho la palabra sarraceno, más que arabe o musulmán, lástima que trás la edad média y en siglos posteriores desapareciera.No sé si fueron los cristianos los únicos que los llamaban así.