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El Cristo de Limpias tuvo mucho empuje entre los siglos XVIII y XX, y luego, como muchas otras cosas, fue corrompido por los franquistas, que usaron su imagen, como apoyo del Bando Nacional en La Guerra Civil española. Usaron esta imagen y otras muchas, haciéndolas objetos de extrañas muecas, que supuestamente realizaron al inicio de la contienda española. No escapó casi ninguna imagen de patrona a esos «supuestos milagros». Por ello,hay que limpiar todo desde el principio, y volver a buscar las historias desde su misma raíz.

El problema de la datación y la autoría

La imagen estuvo siempre en Cádiz, desde su creación. Es una talla de la Escuela Andaluza de imaginería, probablemente del siglo XVIII. En Cádiz era conocido bajo la advocación del Cristo de la Agonía, y es en esa ciudad andaluza en la que realizó uno de sus más grandes prodigios, relacionados con el terremoto de Cádiz de 1756 . La imagen se encontraba en el oratorio particular del conde de San Isidro, Jerónimo Angulo de La Dehesa.Diversas vicisitudes testamentarias, y el regreso del aristócrata a su villa natal de Limpias, en Cantabria, arrancarán para siempre al Cristo de la Agonía de su tierra andaluza.
La talla, de la que destaca el rostro y la torsión del mismo, que lo hizo celebérrimo, pues parece seguir con la mirada según se atraviese el altar desde un extremo al otro, es de autor anónimo. Quien lo encargara o lo comprara, no tuvo la menor intención de dejar constancia de a quién pertencecían las manos que lo tallaron, o quizá, simplemente, se perdiera todo con el paso del tiempo. También, y eso es muy probable, que los autores de entonces, no tenían el mismo concepto de la posteridad y de la fama que en la actualidad, en la que solo se busca eso, y a cualquier precio.
En cuanto al autor, hay varias teorías, llevadas a cabo por comparación con otras similares, existentes en diversas ciudades andaluzas y de esa época. Para asociarlo a Montañés, se apoyan en la imagen sevillana del Cristo de la Expiración. Otros lo atribuyen, sin demasiada convicción a Berruguete, y al taller de Roldán y su hija, La Roldana.
Sin embargo, hay otro nombre, mencionado en el libro de Tomás Echevarría, de 1919, que es el de Pedro de Mena, al que lo vincula el autor del libro, pero sin poder aportar prueba alguna. Otro autor, Federico Santamaría, también en 1919, lo vincula igualmente a Mena, esta vez por la analogía que encuentra con el Santo Cristo de la iglesia de San Andrés en Madríd, cuya autoría sí es de Pedro de Mena, el insigne escultor granadino, afincado en Málaga.
Milagros y prodigios
En cuanto a los «milagros» y «prodígios atribuidos a la imagen, poco se puede decir. Todos los libros datan del primer cuarto del siglo XX y hablan del movimiento de los ojos, y de algunas sanaciones no demasiado investigadas. En algún momento de la década de 1950, se dejó de hablar y escribir sobre él.
Nota: lo más reproducido es el busto, la mayor parte de ellos a lo largo del siglo XX, y de pésima o nula claidad artística. Algunos reproducían la torsión del rostro, hasta límites imposibles, lo que afeaba la imagen.