- Cristo de Limpias, replica melillense
- Crucificado, Centro Asistencial
- Cristo de Mena
La cruz es el destino, aquello que está señalado para cada uno. Si se ven las cosas con perspectiva, y para eso son necesarios los años, se observa de qué manera se van tejiendo sus finos hilos, y cuan delicada es su traza, sin embargo, el tejido que componen es fuerte, no se quiebra con facilidad. Los sarracenos dicen lo hemos comentado en otras ocasiones, que: «todo está determinado por Al-lah».
Es verdad que en la mayor parte de las veces, nosotros hemos tenido capacidad de decisión, pero con todo eso, ni el mismo Jesús el Cristo, puedo evitar aquello que estaba señalado y escrito para él. ¿Pudo Judas no ir al sanedrín y haber evitado su entrega?, posiblemente, pero una fuerza interior le condujo hasta dar cumplimiento a lo que estaba escrito. Pedro podría no haber negado, y tanto y tantos otros podrían no haber hecho lo que hicieron. Sin embargo, una vez hecho ya no cabe la marcha atrás. Una vez que las fuerzas del destino se han puesto en acción, ya nada puede detenerlas.
En el Gólgota o Monte de la Calavera, había otras dos personas junto al más conocido de todos los crucificados de la historia, Dimas y Gestas. El primero a la derecha y el segundo a su izquierda. Dimas se dirige a Cristo y le dice: ¡Señor, acuérdate de mí, cuando estés en el Paraíso!, a lo que éste le responde: «en verdad te digo, que esta noche estarás junto a mí en el Paraíso»; sea éste lugar lo que sea. El mismo Jesucristo, llega a desesperarse, pero al final exclama: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Es una paz instantánea, pero suficiente, porque colma, llena. No hay más opción.
La cruz es un tormento, de los peores. sin embargo, el otro crucificado no acepta su destino, su disposición de ánimo es diferente, y su tono de voz opuesto, interpelando a su afamado compañero de crucifixión de otra manera: si tú eres el Mesías, bájanos de aquí a todos. No recibió respuesta, porque no la hay. No hay manera posible de bajarse de aquello que nos está asignado. En la cruz se puede estar acompañado, pero la cruz no se comparte. Siempre estarán La Verónica o el Cirineo, pero el camino del Gólgota es individual. No hay renuncia posible, no hay modo de detener lo que acontece, solo hay modos distintos de sobrellevarlo.
Sobre cualquier cosa que veamos o que no ocurra, encontraremos cientos de situaciones peores, no es que eso consuele, no es que vaya a evitarnos el dolor o el sufrimiento, pero es así. También, junto a los personajes auxiliadores que hemos mencionado, se suele hallar también al sayón, a aquel que aumenta el padecimiento. ¿Qué más podemos decir?, nada.
Nota: Acompaño esta reflexión con las tres imágenes de crucificados que más sentido tiene en mi vida, el de Mena, el de Limpias y el del Centro Asistencial.
Muy buena reflexión. Sentida. Con un recuerdo a esa frase del evangelio que tanto me gusta: en verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraiso. Dimas aceptó la cruz que Dios le
había reservado con resignación, pero su fe le salvó. Su
sufrimiento fue más leve. Estaba reconfortado por las palabras de Jesús.
de Jesús.
Todos tenemos una cruz, porque de alguna manera Diós la pone en nuestro camino. No se puede eludir, hay que aceptarla con paciencia, sobrellevarla. El tamaño de la Cruz depende de
nosotros. En Dimas hubo penitencia, arrepentimiento y conversión.
Me gusta la palabra Cruz, con sus diferentes acepciones.
El Cristo de Limpias es decisivo en mi vida. Es la llave que me abrió todas las puertas de este mundo, al que nunca había prestado atención, o la atención debida. Me ampara hasta detalles que nadie creería y yo no podría describir. Tendrá una entrada especial en esta capilla.
Me alegro que así sea. Siempre hay un momento para descubrir las cosas.
De algún modo, Diós se vale de este tipo de circunstancias también para mostrarse. Quiėn sabe si fue así? A través del Cristo de Limpias? Si, por supuesto.
Hoy Domingo de Ramos, El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!».
Esta entrada y otra similar son colosales.
Gracias Juan. La verdad es que no siempre resulta fácil escribir. No he conseguido todavía una regularidad ni una orientación definitiva para esta «capilla».
La regularidad es lo de menos, la orientación te aseguro que la llevas muy bien encaminada. Esta entrada es maravillosa.
Yo creo que si el destino no se puede cambiar, sí se puede cambiar nuestra actitud ante el destino. Vivir lo que nos corresponda sin padecer, con aceptación, es lo que nos puede llevar a estar en paz e incluso a la felicidad.
Gracias Isa por tus consejos y por tu apoyo constante. La orientación y la cohesión interna es algo que yo no puedo percibir, pero si tu dices que es correcta, así será.
Yo a veces escribo pero no veo.
Aquí hay una línea armoniosa, tejida de modo delicado entre las entradas. Ese hilo que se percibe, está marcado por la mano de Dios, pero al que no se puede poner cara. Es el soplo del espíritu, que solo Él dirige.
Así debe ser, Juan, porque transmite espiritualidad. Además hace una cosa muy difícil, que es hablar sobre la cruz y el sufrimiento en un sentido tan religioso, y a la vez sin caer en dogmatismos ni convencionalismos.
No podemos desprendernos de nuestra cruz, de nuestro destino, de las consecuencias de nuestros actos, de nuestra vida. Ese es el significado.
la clave está la cruz,y la cerradura esta la fé , y la puerta es DIOS…cuando la llave es grande, la puerta se abre !!!
sé que es muy infantil, ese un pensamiento, pero eso es lo que siento, yo…