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           De repente, sin saber cómo, te alcanza la niebla, e incluso la noche y la desorientación es absoluta. No hay nada a mano, ni cerillas ni nada de lo que valerse para iluminar. Hay que andar a tientas, intentando que las pupilas se acostumbre a la tiniebla e intentar orientarse con cualquier referencia. Han pasado dos semanas desde que rescatáramos la historia perdida del milagroso Cristo de La Caña y parece que el silencio de tantos años se ha cobrado su precio con la desorientación absoluta de quien lo diera a conocer. ¿Deben ser desvelados todos los misterios?. Por la puerta abierta se escapó la oscuridad y el silencio retenidos por tan largo tiempo y extendieron su manto, envolviendo por un tiempo  a todos los que levantaron el velo del misterio.

           Ha sido un tiempo difícil. Después de dos semanas volvía al mismo lugar, pero ya viéndolo todo de otra manera. Lo observado a modificado al observador. Ya nada será igual después de ese 9 de febrero de 2014. Cuando todo el silencio se quiebre y toda la oscuridad se desvanezca, esta imagen volverá a brillar con la luz tanto tiempo apagada.