




Llegamos a la vida de San Juan de Dios en 2014, y a su basílica en Granada en 2019. Los recuerdos sólo empiezan a fijarse a partir de la segunda visita. En la primera sólo quedan sensaciones. La basílica es una joya del barroco español y una de las más extraordinaria de España. Su riqueza ornamental sobrecoge. No hay un solo hueco libre en sus altos y extensos muros. Sufrió daños durante la invasión francesa y con la Desamortización de Mendizabal. Es el templo más espléndido de la Granada católica, en una ciudad que ya destaca por su magnificencia barroca.
La basílica está concebida para alojar las sagradas reliquias del extraordinario Joao Cidade Duarte, el soldado portugués de los Tercios de Flandes que acabaría convertido en el incomparable San Juan de Dios, el hombre escogido por el Padre Eterno para crear el concepto de la atención hospitalaria y de la enfermería, en el siglo XVI. Hasta ese momento, la suerte de los heridos en los campos de batalla y de los enfermos sin posibilidad de asistencia médica era espantosa. También se preocupó de los enfermos mentales, en su prodigiosa vida Joao Cidade.
La iglesia consagrada a la Inmaculada fue elevada a la categoría de Basílica menor en 1916 por el Papa Benedicto XV, y le otorgó el privilegio de indulgencias plenarias diarias, a todos aquellos fieles que oigan misa y comulguen en ella.
La actual visita muestra el museo de ornamentos y de arte sacro, e incluye también la visita al camerin que guarda las sagradas reliquias del Santo, y un recorrido por la parte interior del Altar Mayor, en la que pueden verse reliquias y objetos personales de San Juan de Dios, así como de otros santos y santas de la Iglesia. Hay una incluso del propio apóstol San Pedro. Hay también dos balcones laterales desde los que observar la espléndida nave.
Este lugar precisa no de una, sino de muchas visitas. Cada vez se descubre un detalle nuevo y se fija la atención en un elemento distinto. La luz que se filtra por ventanas y vidrieras y las de las propias lámparas del templo, produce efectos extraordinarios, al reflejarse sobre los ornamentos dorados.