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Recuerdo bien esa época, es una de las que recuerdo con más agrado. Subía muchas tardes de los años 1989, 1990 y 1991 a Melilla La Vieja. José Luis Blasco todavía ejercía como archivero voluntario en la iglesia de La Purísima. Allí estaba y conocí a fray Jesús Cortejosa. La iglesia solía estar vacía todas las tardes, salvo por la presencia de ellos dos. De vez en cuando aparecía alguna mujer del Pueblo o alguna visita. Fray Jesús oficiaba misa para dos, tres o cuatro personas como máximo y eso nos incluía, a veces; en algunas de las capillas laterales, solía preferir la del nazareno, que contaba con un pequeño altar.
El archivo consistía entonces en una pequeña habitación llena de cajas. José Luis lo dejó todo clasificado, y se fue a Estudios Melillenses. Alternaba los días en uno y otro lugar. Allí no subía casi nadie, salvo el día 8 de septiembre. Recuerdo bien la soledad de la imagen de la Patrona. Las tardes de invierno eran duras y oscuras en Melilla La Vieja. Entonces no se hacían fotos. No existía el mundo digital y todo era muy caro.
Luego llegó el traslado de la Virgen, de la Patrona de Melilla al histórico almacén de San Juan, un 27 de marzo y aquí inserto el relato de Imparcial: «Esa capilla se instaló con todo el respeto del mundo. En unas horas, despojamos la Sala de Juntas de la AEM de mesas, sillas, vitrinas, fotografías, planos, mapas, etc. Todo, absolutamente todo, se sacó de esa sala, para dar posesión de ella al Santísimo Sacramento, a la Virgen de la Victoria, a los Hermanos Capuchinos, y a los fieles de esa querida parroquia. Fui testigo de excepción.
Aquella tarde, 27 de marzo de 1991, Fray Jesús Cortejosa Gómez, se puso en contacto con el Presidente de la Asociación de Estudios Melillenses Juan Díez Sánchez, que inmediatamente acudió al Convento de Capuchinos, y desde allí fue llamando a todos y cada uno de los miembros de su Junta Directiva. Los mismos que, POR UNANIMIDAD, le confirmaron que siguiera adelante en lo que le proponía Fray Jesús.
Esa misma tarde, Fray Lázaro de Málaga, con Luis Cortés, y otros vecinos más, trasladaron a la Patrona de Melilla a la sede de la AEM. El arquitecto encargado de las obras de restauración declaró “la ruina inminente del edificio.” Quedando clausurada la iglesia parroquial y todas sus dependencias. Sólo unos cuántos se atrevieron a llegar hasta el camarín y rescatar la sagrada imagen».
Pasamos allí muchas tardes, con la Patrona a la misma altura, lo que jamás podrán decir muchos/as. También subieron hasta allí algunas mujeres (como Adela y muchas otras) que se preocupaban por la supuesta «falta de seguridad», aunque nunca pasó nada. Casi nadie transitaba por allí en aquellos años. Ni un solo artículo se escribió reclamando la presencia de la Virgen de la Victoria en un templo sagrado, aunque puedo decir que la Asociación de Estudios Melillenses es uno de los lugares en los que mejor ha estado.
Nadie nos va a contar ahora mentira alguna o historias de devociones sobrevenidas.