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«Todavía os queda un poco de luz; caminad mientras tengáis luz, antes que os sorprendan las tinieblas. El que camina en tinieblas no sabe a dónde va; mientras hay luz. creed en la luz, para que seáis hijos de la luz». Juan 12, 35-37
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Mateo 6, 5-7 *
¿Qué tiene mayor valor, la acción pública, delante de todos, o la callada, la realizada fuera de la vista del reconocimiento social?. La primera ya tiene su recompensa en la visibilidad social, en el reconocimiento mundano. La segunda busca otro tipo de recompensa, si es que persigue algo. A veces solo se busca un instante de reposo, a veces es tan efímero como la propia acción. La tranquilidad individual también importa, aunque, y eso es lo desconcertante, también suele conseguirla el malvado, y a veces también, con una aparente mayor solidez.
No hay final, casi ni descanso en una lucha así. La noche sucede al día de modo regular, la tiniebla a la luz, la sombra sigue siempre al Sol. Hay pequeños instantes de paz, de felicidad. Hay recompensas, pero hay que estar atentos a ellas, pues muchas veces son los matices, los distintos sabores con los que la vida se ofrece. Son un leve soplo, casi un guiño, y no están al alcance de todos.
Nota:* σὺ δὲ ὅταν προσεύχῃ εἴσελθε είς τὸ ταμεῖον σου καὶ κλείσας τὴν θύραν σου πρόσευξαι τῷ πατρὶ σου τῷ ἐν τῷ κρυπτῷ καὶ ὁ πατήρ σου ο βλέπων ἐν τῷ κρυπτῷ ἀποδώσει σοι. ΚΑΤΑ ΜΑΤΘΑΙΟΝ 6
Hay una oración para cuando la tiniebla acecha, dicen que es directa y eficaz, es un Salmo, el 130:
Desde lo más profundo te invoco, Señor.
Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Estudié griego en su momento, pero hace tantos años que no lo recuerdo. Traduce por favor la nota.
Es el mismo texto que el del evangelio de Mateo que está al principio.
Muy bonito ese evangelio de San Mateo, y esperanzador
En ocasiones, no saldría fuera de La Capilla del Bautista. Me quedaría aquí, a resguardo de la inclemencia y del destino, pero no es posible. Aquí encuentro paz y recupero las fuerzas, intentando ver en lo oscuro.
Así es. Ahí fuera en ocasiones hay demasiado ruido. Llevan varios días gritando en el Alminar y aunque me gusta el blog, ese tono no demasiado.
Este lugar es especial, refleja y trasmite esa paz que comentas, hay mucho que decir a todas estas entradas.
La fotografía del Bautismo de Cristo de Annibale Carraci es muy adecuada también.
Escribiré más cosas, al menos una entrada por semana. Lo que hay que seguir cuidando es el ambiente que reina en este lugar. No podemos perder esta sensación de paz y de tranquilidad.
En esta sensación de paz y tranquilidad como tu lo has llamado, hoy merece un hueco tu amigo fallecido. La muerte es un proceso natural pero a veces nos sorprende a traición. Puede ser una liberación por el dolor físico, pero demasiado prematura en este caso. Una vez hace unos años, un paciente con un diagnóstico irreversible al que ya había hecho frente, me confesó sus miedos, sus dudas, las incertidumbres tras pasar el umbral. Nunca olvidaré sus palabras cuando me confeso que solo tenía miedo al «tránsito». Son esas cosas que marcan tu vida profesional.
Silencio para tu amigo y descanse en paz.
«Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible».
Y a través de estas exhortaciones anunciaba la Buena Noticia.
Evangelio según San Lucas 3,10-18. Tercer domingo de adviento.
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
«¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!».
Quizás es un buen momento para escribir en la capilla. Dejate llevar por tus sentimientos, tu dolor y tu estado de ánimo.