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           Dolores, corta, profunda y penetrante palabra. Dolores en Soledad, esa es la virgen del Pueblo, como se denomina a Melilla La Vieja. ¿Hay soledad acompañada, es el dolor una experiencia en soledad?. El dolor no se comparte, el dolor es propio, no se puedo uno librar de él. El dolor camina con nosotros, parece que se extingue, hasta que surge su recuerdo. Hablo del dolor del alma, o del espíritu. Es una experiencia que nos pone a prueba, que elimina las impurezas, como el crisol limpia el metal fundido y aparta la escoria que se le adhiere. El dolor acompaña, se mantiene cerca, nos despierta. Es parte de la vida, lo experimentamos en muchos momentos.

Esta imagen acompañó durante siglos a los melillenses, en esta pequeña capilla, dentro de la Iglesia de Melilla La Vieja, desde 1682. En Melilla solo había espacio para una sola iglesia, así que durante siglos, los habitantes de la ciudad no tenía otro sitio, ni otro lugar, ni casi otra imagen, a la que dirigir sus plegarias, o en donde compartir sus dolores, o sus angustias, o en donde deshacer su soledad. Siempre se la conoció como La Soledad, de hecho dio su nombre a una calle de la ciudad vieja, que aún hoy sigue llamándose así.

En la actualidad, dada las rivalidades entre cofradías, y sus ridículas querellas, tuvo que transmutar su nombre, siendo su última denominación la de  «Ntra. Sra. de Los Dolores, en su Soledad». Sea como sea, Dolores o Soledad, en Melilla solo existe una, ésta, la de la virgen del Pueblo, aunque sea algo que cada vez conozca menos gente, y que cada vez importe menos.

He subido muchas veces a este lugar, a esta capilla y aunque siempre es lo mismo, siempre hay algo que cambia. Las luz no siempre es la misma, cambia según la época del año, como cambia también el ánimo, o incluso algo que se nos escapa, pese a una observación atenta.