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Aparición ante María Magdalena

Jesús, el Cristo resucitó, pero eso no se supo de inmediato. Jesús siempre se rodeó de mujeres, pero en algún momento del siglo I, alguien decidió apartarlas del embrión de La Iglesia de Pedro y de Pablo. Desde que presto atención a esta cosas, siempre me ha llamado la atención el momento estelar del Domingo de Resurrección, con el encuentro en las calles de las procesiones de La Virgen María y Cristo resucitado. Según los textos evangélicos, el encuentro de Madre e hijo se producirá bastante después.

Tras la muerte en la cruz, el desconcierto entre los apóstoles fue total. En realidad desaparecieron de la vista de todo el mundo. Está claro que no esperaban un desenlace así. Venciendo al miedo, María Magdalena es la primera que se acerca al sepulcro y lo ve vacío, pero no se atreve a entrar. María se pasa horas junto al sepulcro, llorando por el desastre ocurrido. Nada se nos dice de los dos días en los que el cadaver fue velado en cuerpo presente. José de Arimatea recibe el permiso de Poncio Pilatos, para llevarse el cadaver y velarlo en un lugar seguro. Lo enterraron a la usanza judía, en un nicho de piedra escavado en la pared.

María Magdalena llora desconsolamente el domingo. La tumba está vacía, alguien se le acerca y ella lo toma por el hortelano: Mujer, ¿por qué lloras?. ¡Porque se han llevado a mi señor y no sé dónde lo han puesto, si tú lo sabes, dímelo!. Él la llama por su nombre, ¡ María !, y ella le reconoce. Es la Magdalena la que anuncia a los discipulos, que seguían escondidos, la noticia de la resurrección.

Luego las apartaron de todo, a las mujeres