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- Velas de aceite
- Crucificado, Iglesia de San Agustín
¿Qué es la noche oscura?. Mi alma está triste hasta la muerte, dijo Jesucristo en Getsemaní. «Me siento perdida. Dios no me quiere. Dios podría no ser Dios. Podría no existir», escribirá Teresa de Calcuta en una de sus angustias más profundas. Benedicto XVI, el Papa que renunció a la silla de Pedro afirmó: «Las aguas bajaban agitadas y Dios parecía dormido». Son tres expresiones duras de la noche del alma, que manifiestan la angustia del espíritu ante la ausencia de respuestas, ante situaciones clamorosas que así lo demandan. Cuando alguien llega a esa punto, toda certeza interior queda reducida a cenizas. El fuego de la duda arde con igual y uniforme intensidad y no es posible aplacarlo. Solo plasmarlo, conseguir expresarlo mediante palabras o pensamientos, puede mitigar en algo esa angustia tan intensa y dolorosa. Es la zarza que arde y no se consume, el fuego inextinguible que acompaña ya siempre al que ha llegado a ese instante hondo e intenso, en donde el alma se queda sola, y en silencio, frente a la oscuridad más absoluta. Nadie responde, no se oye ninguna voz, ni exterior, ni interior. La luz no aparece. ¿Cómo se sale de allí?. Quien ha vivido esa experiencia y logra levantarse queda transformado. A veces el peso de certezas exteriores, impuestas por las ideologías y las religiones, aplastan más que la propia duda. La certeza que ayuda es la de la experiencia. Solo cuando se ha vivido algo se sabe qué hacer después, o como enfrentarse a ello. No hay una única noche oscura, hay muchas, suelen ser constantes. Casi tantas como las veces que uno logra levantarse del fondo. En ocasiones, la noche oscura sirve para despojarse de falsas convicciones, al igual que el alcornoque se deshace de sus capas secas, que son transformadas en corcho, y el corcho es ligero y flota. La noche oscura es solo silencio. Lo que quiere expresar esta entrada. No hay respuestas. No hay nada que decir. Solo aguardar a que la oscuridad se disuelva.
Solo silencio.
El silencio de la falta de respuestas. El silencio duro y frío que llega a producir dolor. El silencio en la oscuridad completa. Quise escribir de eso. No había vuelto a esta entrada.
La noche oscura, es lo que Mena al Alminar. El mejor artículo de la Capilla. Yo lo entendí.
Es una angustia que hiere como un aguijón, una punzada que a veces nos hace estremecer. Es un instante oscuro que te despierta en un momento y luego impide el sueño. Todavía debo enfrentarme a este tema con más profundidad.
Ahonda y saca. Puedes.
Desde el dolor se puede, y desde la angustia y el desasosiego también. Lo que pasa que ahondar es sufrir.
Juan de la Cruz se refería con la noche oscura, a la «oscuridad» del misterio de la fe. Yo creo que desde un punto de vista cristiano y místico.
Aunque en la noche parece que nos encontramos más desamparados y todos los pensamientos negativos acuden. Siempre es igual.
Esta entrada sigue proporcionando luz. No se extinguirá, ni apagará. Aún cuando no estemos, aún que esté escrita hace tiempo. Aún cuando nadie entre en ella.
Muy buena, ya lo dije.
Hay veces que las palabras fluyen de tal manera que sin pretenderlo son capaces de llegar de modo más directo o profundo. Tal vez porque escribimos según lo vivido. A mi me ocurre.
No se cuál será la razón, pero siempre vuelvo a esta entrada. Me gusta leerla porque dice que no hay una sola noche oscura, puede haber muchas. Esperemos que se disuelva.
Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados.
Lectura del Evangelio de hoy, Carta de Pablo a los Corintios.
Necisitamos protección continua. Hoy es el día de Santiago Apostol el Mayor, el de Zebedeo, considerado patrón protector.
La noche oscura es una de las perlas de este blog. Pocas veces he leído algo tan intenso y profundo.
Esta entrada me enganchó a este blog, y desde entonces me parece que escribir una sola palabra sobre esta entrada es una osadía.
La «Noche oscura del alma», poema de San Juan de la Cruz, de alto contenido místico.
Cuando se toca fondo en la vida, cuando parece que todo puede salir mal, entonces realmente sale todo mal. Estas experiencias golpean de tal manera que la pregunta es ¿por qué a mí?.
Un pozo sin fin, una caída infinita hacia el abismo.
Toda caída se detiene en algún momento. El descenso llega a convertirse en llano. Ascender y bajar para volver a subir. Eso es constante, no podemos evitarlo. Lo que uno vive no sirve para otro. La noche también engaña y un pequeño descenso llega a parecer abismo. Si una luz se apaga, debe encenderse otra, esto también es constante y extenuante. Hay cosas para las que no hay descanso, pero hay otras muchas razones que nos agarran a la vida y que nos empujan y obligan a seguir.