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la doble llama

Pues todo el que obra mal, detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Juan 3, 20-21

El Sol sale para todos, esto es un hecho, pero su luz también crea sombra, e incluso quema y abrasa. Buscamos otra clase de luz, la que ilumina desde dentro, la que no crea sombra alguna. Es importante que arda, por muy pequeña que sea su llama. Da igual dónde la encontremos, con tal de que nos guíe. Está y se encuentra dentro de cualquiera, aunque muchos la han apagado por propia voluntad. No debemos caer en la resignación de ver solo aquello que nos quieren hacer ver, aunque sea más cómodo. Buscar esta llama oculta requiere esfuerzo, muchos sinsabores, pero cuando se encuentra, alumbra, acompaña y permanece.

Hay que alimentarla, cuidarla, y encontrar ese lugar en donde solo nosotros podamos verla, porque cuando tengamos esa luz, la manifestaremos y otros podrán ver la luz por nuestros ojos. La luz creará más luz, incluso dentro de la noche más oscura o de la más densa de las nieblas. A veces no la sentiremos ni la veremos, porque su llama es muy tenue y su calor muy débil, pero siempre estará ahí, aunque haya que agacharse para buscarla, o incluso arrodillarse junto con el polvo.