En aquel tiempo exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad mi yugo y aprended de mí. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». Mateo 11, 28-20.
¿Es soportable el yugo del mundo?. ¿Hay que dejar todo el campo libre para que ellos se adueñen de todo?. ¡Déjalo todo y sígueme!, fue la respuesta de Jesús al rico que le preguntaba qué debía hacer para salvar su alma. Hasta aquí todo es claro, no hay sombras en el mensaje de Cristo. Sin embargo, y si uno se detiene y mira, incluso detenidamente, lo que hay dentro de muchos de los que se proclaman como su Iglesia, la sensación es totalmente distinta. La perplejidad se adueña del ánimo. Se hace difícil continuar y dar un solo paso. Un día le pregunté sobre esto a mi tía Carmen, mujer de Iglesia, y me respondió: «tú haz lo que tengas que hacer y no te fijes en los demás». Esa frase me ha acompañado siempre, y siempre supe que tenía razón en lo que me decía.
Quienes nos acusan y señalan no son mejores que nosotros, ni nosotros somos peores que ellos. Esta sí es una convicción firme, por mucho que sean ellos los que ostenten la representación de la religiosidad y de la fe. La representan, pero no son los propietarios del mensaje.
Muy buena reflexión. Cuanta verdad en esa frase de tu tía Carmen. Sí que cuesta a veces continuar, a mi me ha pasado, pero ahora me viene a la memoria la entrada del otro día de perseverancia, y la cosa cambia. «Quienes nos acusan y señalan no son mejores que nosotros, ni nosotros somos peores que ellos» Por supuesto que no son mejores, ellos son humanos, con fallos y debilidades como todos. Cuesta mucho hospitalario, vivir con rectitud en esta vida rodeada de lobos y buitres, que pretenden dar ejemplo de cosas que ni siquiera ellos llevan a la práctica. Pero la dignidad personal, debe estar por encima. Esa será la diferencia.
Nunca he estado en ese patio del centro asistencial, aunque sí lo conozco, allí acudí durante dos o tres meses. Recuerdo la capilla.
Siempre que podemos regresamos aquí. Es desde hace mucho nuestro lugar talismán.
Pssss. Silencio, no lo digas muy fuerte que lo invaden y gritan. Y eso no.
Es raro el día que no la visito. Siento curiosidad y me atraen este tipo de cosas y estos temas.
De esta capilla apenas hay noticia en el exterior. Aquí la voz solo es un susurro. El ruido queda al otro lado del muro. La batalla ha sido fuerte y el cansancio es grande. Dicen que lo que viene será más duro. Me siento en el banco. Quizá debamos ocultarnos más.
Ahora que estoy con el catecismo, dice en uno de sus textos: «El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual».
Siéntate unos días y contempla oculto. Deja todo pasar. Es necesario para volver con fuerzas, la cruz está siempre encima de todos.
Lo que se ha vivido fuera ha resultado extenuante y las pruebas duras. Aquí siempre hay velas encendidas. Aquí solo entra quien busca algo. Aquí no se permite el ruido. Este es el lugar del silencio y de la reflexión mas profunda e íntima.
Las velas permanecen encendidas. Las dejastes de ese modo, pero se van consumiendo. Debes volver a la capilla.
Releo esta frase: Quizá debamos ocultarnos más.
Veo a poderosos y políticos buscar el reconocimiento público de manera bochornosa. Veo a muchos más hacer o decir cualquier cosa, en ausencia absoluta de escrúpulos y la gente seguir confiando en ellos.
Veo a muchas buenas personas, hombre y mujeres, que lo dieron todo por los demás, arder en la angustia de la soledad y desaparecer en la niebla del olvido.
Veo a personas que hacen las cosas sin que nadie les vea, veo la buena voluntad, veo la buena intención de aquellos que son capaces de ver a Dios en el prójimo, en el pobre. Veo a Dios a menudo en los enfermos, veo a Dios en
mi amiga que se despide de la vida. Guarda silencio y déjales gritar.
Aquí no llegarán. Esto no les interesa.
Hoy, miércoles 10 de diciembre, el evangelio dice esto. Ahora al leerlo, recordé la entrada y sus comentarios. Dijo Jesús: …Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré….
Nos invita a encontrar un momento de paz, en medio de las rutinas diarias y frente al cansancio existencial que en ocasiones no nos deja vivir tranquilos. Cuesta pero es posible.