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¿Cuándo repararé las fuerzas del cuerpo con el alimento y sueño, y las del alma con tan continuas tareas y cuidados?. Piérdase todo y abandonemos todas estas cosas inútiles y vanas, y dediquémonos solamente a la búsqueda de la verdad. Esta vida está llena de miserias y no tenemos certeza de la hora de la muerte. San Agustín, Confesiones.
A veces funciona. Se abre un libro de pensamientos, de reflexiones, de personas con reconocida autoridad, de aquellos que hayan sufrido padecimientos y tribulaciones vitales, porque solo sirve como referencia quien antes haya pasado por ellas; hasta que se encuentra un pasaje adecuado. En ocasiones la cita aparece a la primera, otras no, pero no pasa mucho tiempo hasta que se encuentra aquello que se acomoda a nuestro estado, y nos detiene y calma.
Suele ocurrir también que nosotros pensamos que estamos en un estado de ánimo determinado, y lo encontrado nos sitúa en otro punto más preciso que el que creíamos. De repente todo se ajusta y nos invade una sensación de alivio. Nunca hay respuestas permanentes, a veces ni siquiera las hay. Casi siempre se camina sobre el vacío y la incertidumbre y las situaciones se repiten vez tras vez.
A veces no se quiere decir absolutamente nada, a veces solo estamos tranquilos cuando no pensamos nada, y entonces eso es el descanso, dejarse mecer, aunque sea por un instante, por el ritmo inexorable del tiempo, porque hay un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo.