Etiquetas
¿Cuándo repararé las fuerzas del cuerpo con el alimento y sueño, y las del alma con tan continuas tareas y cuidados?. Piérdase todo y abandonemos todas estas cosas inútiles y vanas, y dediquémonos solamente a la búsqueda de la verdad. Esta vida está llena de miserias y no tenemos certeza de la hora de la muerte. San Agustín, Confesiones.
A veces funciona. Se abre un libro de pensamientos, de reflexiones, de personas con reconocida autoridad, de aquellos que hayan sufrido padecimientos y tribulaciones vitales, porque solo sirve como referencia quien antes haya pasado por ellas; hasta que se encuentra un pasaje adecuado. En ocasiones la cita aparece a la primera, otras no, pero no pasa mucho tiempo hasta que se encuentra aquello que se acomoda a nuestro estado, y nos detiene y calma.
Suele ocurrir también que nosotros pensamos que estamos en un estado de ánimo determinado, y lo encontrado nos sitúa en otro punto más preciso que el que creíamos. De repente todo se ajusta y nos invade una sensación de alivio. Nunca hay respuestas permanentes, a veces ni siquiera las hay. Casi siempre se camina sobre el vacío y la incertidumbre y las situaciones se repiten vez tras vez.
A veces no se quiere decir absolutamente nada, a veces solo estamos tranquilos cuando no pensamos nada, y entonces eso es el descanso, dejarse mecer, aunque sea por un instante, por el ritmo inexorable del tiempo, porque hay un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo.
Debemos seguir nuestro ritmo y nuestro camino. Nos rodean demasiadas cosas y muchas de ellas solo nos distraen de nuestro objetivo. No podemos atender a todo o enloqueceríamos.
Llevas razón. A veces nos distraemos sin querer en cosas superficiales, en asuntos banales y en temas que no nos repercuten de diferente índole y que nos impiden seguir avanzando. El tiempo es un recurso muy escaso para todos, se trata sin más de soltar lastre. Aunque eso signifique el egoísmo y el individualismo, cosa que a mí jamás me gustó.
Me ha gustado mucho la reflexión amigo. Me ha hecho pensar,y sacar conclusiones. Intentarė llevar a cabo eso que dice San Agustin de abandonar las cosas inútiles.
Me he dado una respuesta a mí mismo. Cuando tengo tiempo y carezco de ideas, suelo hacer lo que describo en la entrada.
Sabes qué me ocurre, que yo casi nunca, aunque carezca de tiempo, he pensado en mí, antes que en los demás. Ni proponiendomelo, lo conseguiría. Tengo el defecto de ser generosa con todo el mundo. Doy más de lo que a veces puedo, y nunca he pretendido recibir en la medida que yo doy, a nadie. Esto no lo digo por adularme. No tengo por qué hacerlo ni demostrar nada. Lo digo porque es cierto eso que has escrito, no podemos atender a todo y hay que priorizar.
Me sigue gustando La Capilla, te animo a que no la dejes nunca y que siempre encuentres dentro de ti un motivo para volver a este pequeño santuario.
Uno piensa siempre en sí mismo, aunque no se quiera reconocer, es más, es imposible no hacerlo. Se hacen las cosas por uno mismo, y esto no hay modo de negarlo. No es malo, es simplemente humano. Cosa distinta es que uno tenga, no lo digo por mí, cierta o una total vocación de servicio a los demás. Es verdad que se hacen cosas sin esperar nada a cambio, pero en el fondo, se necesita también recibir. Da igual que sea tres por uno o cinco por dos. Uno no debe calificar su propia generosidad, porque a veces también hay cierta vanidad en ello. Hay que hacer sin decir y que sean los demás quienes hablen, o no.
Y pienso que se puede clasificar la generosidad. Por supuesto. No tengo porque ser vanidosa por ello. Yo doy todo de mi hacia los míos, hacia mi familia. Y yo después. Eso no es vanidad, eso es dedicación completa. No me pesa decirlo
En la familia es distinto, porque también son parte de uno mismo. Darle a ellos es también hacer algo por uno mismo. Me refiero a que es imposible olvidarse de sí mismo, eso sería anularse y no es bueno. Si queremos ser útiles, también debemos ocuparnos de nostros mismos.
Bueno, ya que me lo recuerdas, lo haré. Se me había olvidado dedicarme a mi misma.
Hasta cuando rascamos en el corazón de la persona más fría o dura del mundo, aparece por detrás lo divino que todos poseemos, ese sentimiento que nos hace amar al prójimo como a ti mismo, sin esperar nada a cambio.
En esto debo disentir. Hay personas en las que se rasca y no hay nada, ni rastro de lo divino y casi ni siquiera de lo humano. El alma, el espíritu, también deben construirse.
Hablaba en términos generales. Llevas razón. Hay excepciones, claro. Esos sólo se acuerdan en las tribulaciones.
Tan solo hay que dejar que hable más el corazón que la cabeza y vivir más los sentimientos que los pensamientos.
El alma? Dondé está el alma? Venga. Buen tema.
No es bueno no dedicarse algo de tiempo a uno mismo. Otra cosa es que se sea el último en el reparto de ese tiempo.
No se debe tocar la campanilla,para que todos vean que echamos limosna al cepillo.