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El portador de la lámpara es siempre el que menos ve. En las noches, por delante de ella solo se extiende la oscuridad. A veces se ve el sendero por el que se camina, en otras no, y hay que decidir y escoger la dirección. Los que van inmediatamente detrás ven, los más alejados caminan en la confianza de los demás, en la seguridad del grupo. ¿Es eso la Fe?. Probablemente sí, en las tres formas, porque nada se manifiesta de un modo único. El único que tiene dudas es el que camina primero, con la lámpara. Solo tiene la certeza de su misión, que es la de portar la luz que guía, pero en la mayor parte de los casos desconoce el destino y hacia dónde camina. Solo puede mirar atrás y ver cuántos caminan con él.
No siempre se sabe de qué escribir, ni por qué. En muchas ocasiones pasa los días y el silencio es absoluto. No hay nada que decir o no sabe sobre qué hacerlo. Por eso se recurre a los textos, a cualquier imagen que aporte una mínima ocasión para la inspiración. Tropezar es fácil, dudar también. Andar a oscuras, no.
Hay que encontrar el momento, porque al igual que el fuego requiere una atención constante para ser mantenido, la visión de las señales precisa de una observación atenta. El fuego proporciona calor e ilumina pero precisa de cuidados. Ver las señales implica detenerse para pensar y reflexionar. Estar quietos, escuchar el silencio pero con los ojos abiertos. Las señales son dispersas, no siguen frecuencia alguna. Se necesita caminar entre señales y las necesitamos con frecuencia. No podemos perder una por no estar alerta, porque la siguiente puede que tarde en llegar.
A veces no hay nada, y si hay algo lo tenemos que hacer nosotros. Un mismo texto dice algo en un momento determinado, y resulta mudo y vacío en otro. Cada cosa requiere su momento. Habrá cosas que tengan su oportunidad y otras no. Ahora es el momento de la calma. Todavía no es el momento de salir fuera, en donde habrá que decidir constantemente, unas veces con el auxilio de señales y otras no.
El que porta la lámpara, buena entrada. Con su posible lectura.
He visto renovación, leve, pero algo ha cambiado en este blog. Maravilloso cuadro de Leonardo da Vinci. La Anunciación. Una maravilla del Renacimiento. Se conserva en la Galeria de los Uffizi, espectacular palacio de Florencia, construido por Vasari, bajo las órdenes de Cosme de Medici.
Disculpa que cuente esto aquí, pero es un tema apasionante.
Nos enfrentamos a problemas grandes, por tanto los cambios deben ser pequeños para que no desorienten a nadie. Mañana es un buen día para intentar visitar a Monseñor Buxarrais y reiniciar el año litúrgico.
Se han hecho cosas que darán fruto con el tiempo, al igual que ahora recogemos el fruto de lo que fue sembrado hace tiempo.
No es posible ver más claro ahora. Bastante es con que todavía portemos la lámpara.
Quien cree, ve y además ve con una luz distinta, una luz que ilumina todo. Basta tener fe en algo. Eso que dice arriba, recogemos el fruto de lo sembrado hace tiempo. Poco a poco y con esfuerzo se consiguen las cosas, pero se necesita un referente y confianza en uno mismo. Yo voy recogiendo frutos continuamente, no me doy por vencida ni puedo permitirme ver el ocaso. También yo porto mi lampara, y aunque en ocasiones la luz tendía a apagarse, no queda otra que volver a encenderla.
Era solo un pensamiento y aqui cabe.