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Virgen Dolorosa, Pedro de Mena

          Una Dolorosa de Pedro de Mena en Alcalá de Henares

         Un artículo felizmente rescatado, de Ramón Gómez de La Serna, con el afortunado título de «Las lágrimas en el arte», me da la oportunidad de hablar del busto de una virgen dolorosa, del escultor imaginero granadino Pedro de Mena, que se encuentra en el Museo Catedralicio de Alcalá de Henares y que visité hace cinco años. En el artículo publicado en la revista La Esfera, el 08/12/1923, analiza la presencia de las lágrimas en el arte y dedica un especial párrafo al escultor Pedro de Mena. Desconocemos si llego a ver la talla del Cristo desaparecido en Málaga en 1931, pero sin lugar a dudas, vio el busto existente en Alcalá, que es uno de los que ilustran el articulo, dedicado sobre todo, a las vírgenes dolorosas o lacrimosas.

             El texto es el siguiente: Pedro de Mena fue el que llegó a una mayor elocuencia con las lágrimas y supo nublar los ojos con la tormenta lacrimosa, la nube espesa y trasparente, cuantiosa como una catarata y, sin embargo, diminuta, reducida, como se pueden reducir las cataratas del Niágara en los ojos que las contemplan.

              Parece que Pedro de Mena destiló sus lágrimas por esos intrincados aparatos de cristal inmaterial de tuberías capilares, que se destilan y alquitaran las aguas que han de servir para preparar los cloridios más suaves, porque a veces también las lágrimas son lo único que consuela el ardor de un gran dolor. ¡Oh, si no se pudiese romper a llorar!.

             Esas lágrimas de Pedro de Mena están buscadas en el río de más puras linfas y en ese regato en el que se liman y repujan las aguas limpiándose, puliéndose, afilándose sobre los cantos rodados. Como en las conchas del oro, verdaderas conchas irisadas en las que el oro, es como el sedimento perlero y en las que el pintor moja un pincel, en las conchas de las lágrimas, más caras que las del oro, es en las que el pintor impregna su fino pincel con gran cuidado.

              Pedro de Mena quebró la luz en el dolor más cuantioso, en la amargura más aciaga, y son lágrimas que tiene como un reflector dentro y que se desparraman en la imaginación de quien las contempla, como si fueran charcos en el cielo, charcos suspendidos en la luz de la visión.

        El artículo es todo un tratado sobre las lágrimas religiosas en el arte, y habla sobre todo,  de ellas en las vírgenes, y de otros artistas imagineros. Rescato este párrafo, porque habla de una talla que pude contemplar y fotografiar y que me sorprendió, porque es la parte más desconocida del autor granadino, aunque afincado en Málaga, Pedro de Mena.