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- Cristo de La Vera Cruz
- Cristo del Socorro
- Cristo de La Caña-Ecce Homo
En la iglesia de La Purísima Concepción hay tres representaciones de Cristo que prevalecen sobre todas las demás. La historia de una ciudad de frontera impone unos condicionantes muy específicos, tanto sobre sus gentes como sobre sus imágenes. En Melilla no hay grandes imágenes religiosas, porque a parte de la guarnición que custodiaba la ciudad, solo existían presidiarios y una pequeña población civil. Con tan exiguos componentes sociales, la Fe de la ciudad se asentó sobre la sobriedad y el aislamiento. No existía el contacto con movimiento artístico alguno, ni posibilidad de influir sobre ellos o la de ser influidos. La tropas del desembarco de 1497 llegaron con la imagen de un crucificado, llamado de La Vera Cruz, de la que se desconoce autor y tiempo. Solo los rasgos arcaicos y el hieratismo de la figura hablan sobre la antigüedad de la talla, que parece anterior al Renacimiento y sus normas.
La segunda imagen interesante es la del agonizante Cristo de Socorro, de pequeño tamaño, hecho sobre un tronco de madera de una sola pieza, por un capitán que cumplía destierro en el presidio de Melilla. La figura es muy expresiva y está tallada sobre un tronco destinado a ser leña para los hornos de Intendencia. La última imagen es la del Cristo de La Caña, que ha cobrado importancia esta semana, al redescubrirse una pasada historia milagrosa casi centenaria, que yacía sepultada en el olvido.
Durante cuatro siglos, estas imágenes lo fueron todo en la vida cotidiana de los melillenses, recibiendo cientos o tal vez miles de oraciones y súplicas. Hoy están casi en silencio, apenas visitadas por las pocas personas que suben a la ciudad vieja y entran en la iglesia. Muchos o casi todos los que las miran y contemplan, desconocen todo acerca de su pasado y de lo que un día significaron. La pregunta es: ¿conservan algo de lo que un día fueron?, ¿las hacen distintas esos siglos y esos miles de oraciones que recibieron y que quizá atendieron, incluso aunque hoy estén ya en silencio?.
Desde luego que hay imágenes diferentes, las hacemos nosotros especiales con nuestra preferencia, quienes les atribuyen un valor en sí mismas de estar tocadas por algo sagrado.
¿Tienen ese valor?
Diría que lo tienen y que dan respuestas a quien así lo cree, de la misma manera que lo que yo creo que existe, existe para mí y forma parte de mi realidad casi en el mismo plano que la realidad tangible.
No desvelemos el misterio. Está claro que nosotros establecemos las diferencias, que lo que hoy nos llama la atención, pasado no nos dice nada, que lo que hoy es objeto de culto, en un futuro quedará en soledad. Podemos reducir todo a eso y entonces no tendríamos nada. Por eso, es mejor no levantar algunos velos y dejar que el misterio continúe, porque ya nos quieren quitar hasta eso.
No seremos nosotros los que contribuyamos a eliminar de modo definitivo las creencias de las personas sencillas. Una cosa es La Iglesia como Institución y otra la palabra de origen griego eclesia, con su significado de comunidad o asamblea. Siempre defenderemos a los fieles, a la feligresía y otra es nuestra posición distante con La Iglesia.
Es la herida del costado, la de la lanza de Longino, la que nos ata a esas imágenes y algún día, cuando podamos, escribiremos sobre ello.
Desde que existe la humanidad, en todas las culturas y todos los tiempos, una gran mayoría de personas han experimentado un sentimiento que las lleva a creer en algo más allá de lo que se puede ver, en algo transcendente. A eso muchas veces necesitamos ponerle nombre, cara, lo identificamos con lo que nos han enseñado y conocemos. Eso es lo que son las imágenes, símbolos, representaciones, vehículos. No veo por qué íbamos a quedarnos sin nada por decir que solo son eso, un objeto material, porque queden arrumbadas por la causa que sea. Siempre tendremos nuestros sentimientos y creencias, eso no nos lo puede quitar nadie.
A no ser que ese sentimiento no esté tan extendido. Pobre y triste creencia entonces, esa sí reducida.
Si, como entiendo, (quizá de forma equivocada) dices con «no seremos nosotros los que contribuyamos a eliminar de forma definitiva las creencias…» que hay personas que tienen toda su creencia puesta en la imagen, cuando menos me choca. Pensaba yo que todos y todas, sencillos o no, más llamándose religiosos, alguna vez en su vida habían pensado en estas cosas y habían llegado un poco más allá.
A mi modo de ver, tú, vosotros, contribuís de la mejor manera posible a mantener las creencias (religiosas y simplemente en la humanidad), predicando cada día la solidaridad, la igualdad, la justicia. En esa actitud es donde está Cristo.
Para el que crea en otra realidad, también está allí para rezarle.
Creer solo en una imagen es idolatría y el tema de la creencia es múltiple y muy profundo. El culto a las imágenes dividió de modo irreparable a La Iglesia. En la Iglesia de Oriente no hay imágenes, tan solo iconos. Mi diferencia con La Iglesia es profunda y solo coincide mi actitud hacia algunas cosas. Yo busco la tercera vía, la que existe o debe estar entre la imagen religiosa y la artística.
Algún día podré explicarlo.
Las imágenes modernas, cargadas de efectismo, no suelen decirme nada. Son demasiado sobrecargadas, demasiado claras y ostentosas. No me gustan.
Me parece interesante esa tercera vía.
Por si no me he expresado bien, aclaro que no ataco a nada ni a nadie, ni siquiera a la Institución de la Iglesia, tan solo trato de entender qué son las imágenes milagrosas y como compaginarías con lo que creo. Tarea harto dificultosa para una torpe como yo.
Nadie es torpe. Yo no he aclarado las cosas desde el principio. Tú preguntas y yo respondo. Busco y a veces encuentro, otras no.
No me atrvería a preguntar demasiado. Vosotros sois los que estáis aquí y sabéis por donde vais.
Estamos y eso ya es bastante. Sobre hacia dónde vamos es más difícil saberlo, y en cuanto al camino que recorremos diremos que es aquel que en parte decidimos y el que las circunstancias nos imponen. Siempre hay una mezcla.
En cuanto al límite de las preguntas, cada cual debe decidirlo. Vuelvo a insistir en que el misterio no debe ser desvelado, si queremos que nos sea útil, que nos sirva.