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  Contínuamente nos piden que sigamos escribiendo aquí. Hay además a quienes les gustan las composiciones de la luz de las velas, que hacemos acompañar a algunos artículos y entradas. Ya he escrito en alguna ocasión que a veces el que porta la lámpara es el que menos ve. No solo debe llevar la lámpara, sino también mantener la llama y decidir por donde se va en medio de la noche. Son tres acciones, las mismas que escribir unas líneas que inspiren y digan algo, encontrar las imágenes que le acompañen y tener un momento para detenerse y componerlo todo.

         Las llamas no siempre ofrecen la misma intensidad de luz, ni la misma tonalidad. Nunca pueden estar todas encendidas. La cera de la vela termina por gastarse y el  fuego precisa ser atendido de modo constante. Hasta el cirio más grande termina por desaparecer y consumirse. Cuanto más cerca estamos de la llama, más notamos su calor, pero vemos menos el entorno. La luz que rodea a la llama es también muy importante. Demasiada claridad ciega y la sombra de la noche hace que se confunda cualquier señal. Es preciso buscar los instantes adecuados. No siempre pueden estar encendidas todas la luces. En ocasiones solo puede estar encendida una lámpara y algunas ni siquiera eso.

            Buscamos un texto tras otro y no encontramos ninguno que nos invite a detenernos. Releemos los viejos textos, llenos de momentos de inspiración anteriores, y ahora aparecen mudos. Miramos en nuestro alrededor y todo parece vacío y en calma. No hay señales, voces, ni signos que permitan orientarnos. No siempre tenemos respuestas, y en ocasiones ni siquiera preguntas.

            Nota: https://santuariodejuanelbautista.wordpress.com/2013/12/25/toda-la-luz-posible/