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           La imagen de la Virgen de Los Dolores de la iglesia de San Pedro de Almería, esta vinculada a Melilla por el esplendoroso manto que porta en Semana Santa, y que procede de la ciudad norteafricana, de la desaparecida virgen de Los Dolores de San Agustín de Real. Dolores y Soledad son dos nombre sonoros y espléndidos, pero un día decidimos quedarnos con el primero, con Dolores. En cada ciudad debemos buscar un lugar que nos proporcione algo de sosiego y cobijo. En la iglesia de San Pedro de la capital almeriense se encuentra esta imagen de la Virgen de Los Dolores, y que durante todo el año está recogida en una pequeña capilla, custodiada por 4 bellos ángeles custodios. Son figuras muy sencillas y también hemos escrito aquí de ellos en otra ocasión. Se trata de seguir encontrando algo distinto, en los mismos lugares que vemos a lo largo del año, ya sea con mayor o menor frecuencia. La constancia es también una herramienta que produce algunos frutos con el paso del tiempo.

        Para este final de año hemos buscado un lugar distinto. Unas figuras sencillas. Un pequeño lugar oculto a la vista de casi todos. Imágenes desprovistas de adornos innecesarios. Unos sencillos ángeles en actitud de reposo y calma, que transmiten sensación de sosiego y tranquilidad de espíritu. Los vientos volverán a agitarse y las aguas a embravecerse, y ambos azotarán la tierra, pero ahora y en este momento estamos en calma. La misma que deseamos a todos los que entran aquí. Todo parece dormido, hasta el dolor que representan estas figuras. No hay vida sin dolor, y es el haberlo sufrido a veces, lo que nos lleva a valorar más los instantes de felicidad y los momentos dulces de la vida.

        A veces se camina en paz, pero hay dolores que permanecen adormecidos, que están junto a nosotros, hasta que algo los despierta. La vida es así y también es eso. Es la herida del costado, la que nos recuerda lo que hemos sufrido, y que también nos indica que nos hemos  hecho merecedores de momentos dichosos. A la vez nos recuerda que en cualquier momento puede regresar el dolor, de otra forma o de la misma. Siempre debemos combinar ambas cosas, no fiarlo todo a la felicidad, que también puede ser engañosa, ni tampoco recrearnos en el dolor pasado. Tenemos que saber combinar ambas cosas y estar preparados para todo.