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- La lámpara encendida
- La luz de la lámpara
- Cielos de octubre
La lámpara permanece encendida. El otoño se nos ha echado encima una vez más, de modo inexorable. La hegemonía de la luz solar irá remitiendo hasta el próximo 21 de diciembre. La penumbra nos ocultará algunas cosas, pero también nos permitirá fijarnos en otros detalles. No es posible estar expuestos de modo permanente a la luz. Es necesario el recogimiento y la meditación. Encontrar ese instante puede llevar días.
Hay varios textos que queremos resaltar, el primero de Juan 10, y la parábola del Buen pastor: «Y otras ovejas tengo que no son de este aprisco; esas también tengo yo que recoger, y oirán mi voz, y vendrán a ser un solo rebaño». El Buen pastor no descuida ni se olvida de ninguna de las ovejas, aunque no se encuentren entre las suyas. Es muy común oír hoy lo de: yo me preocupo de los míos, pero eso no es un mérito sino una obligación.
Sobre la necesidad y forma de la oración, recogemos este texto de Mateo 6: «Más tú, cuando ores, entra en tu recámara, echa la llave a la puerta y reza a tu Padre que está en lo secreto. Y al orar, no charléis neciamente, que bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad, antes de que se lo pidáis».
El último texto es también de Mateo 25, se trata de la parábola de las diez vírgenes: «Entonces se asemejará el reino de los cielos a diez vírgenes, las cuales tomaron las lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes, porque las necias, tomadas sus lámparas no llevaron aceite consigo, mas las prudentes tomaron aceite en las alcuzas, junto con las lámparas».
La noche se echa encima pronto y hay que tener las lámparas llenas de aceite, y también aceite para proveerlas, porque no sabemos cuando durará la noche, ni siempre habrá luz suficiente para orientarnos. Todavía la oscuridad no es completa, pero lo será pronto y habrá que estar prevenidos.
Con las ovejas sucede como con las vírgenes, que algunas andan despistadas y adormecidas en la rutina y pasividad del rebaño. Cuando deben estar muy atentas, para poder reconocer la voz del verdadero Buen Pastor.
Isa, hay vírgenes prudentes y vírgenes necias. Lo mismo ocurre con los pastores, unos acogen a todos, otros dispersan el rebaño. Ahí es donde interviene el Buen Pastor y pone orden.
Yo hablaba de las ovejas. Pastor solo hay uno.
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. No así el asalariado, que no es el pastor ni las ovejas son suyas… A él solo le interesa su salario y no le importan nada las ovejas» . Juan, 10,11; 10,13
Comentario de mi Biblia: «No podemos silenciar aquí la confusión que muy a menudo ha hecho utilizar esta parábola del buen Pastor para apuntalar la visión de una Iglesia donde buenos pastores ayudan al rebaño a mantener su unidad en la obediencia. Lo que la parábola valoriza es la capacidad de las ovejas para librarse de la pasividad del rebaño.
En todo tiempo solo una pequeña o muy pequeña minoría, ha sido capaz de alejarse de la pendiente suave y jalonada que han trazado las costumbres del grupo y que rejuvenecen sus líderes. Esto sucede en todas las instituciones, incluso en la Iglesia. Pero llegará el momento en que la voz reconocida del Pastor los hará salir del corral donde se entremezclaron durante un tiempo los atentos y los menos despiertos» .
Me parece una interesante propuesta, Isa, pero creo que las ovejas no tienen fuerza suficiente para protegerse de este tipo de lobos. Hacen falta pastores quesean buenos ejemplos, un cercado suficientemente alto, y ofrecer todo el abrigo y protección posible.
No se debe confundir la actitud de la oveja, que siempre busca la protección de la colectividad, con lo que entendemos como la actitud del borrego.
Hay que estar despiertos y vigilantes, eso sí. Salir a luchar cuando sea necesario, pero siempre con la protección del aprisco cerca.
El buen pastor cuida y vela de todas sus ovejas y ofrece protección, incluso a las de otro aprisco.
Es una defensa activa y vigilante.
Me han preguntado en ocasiones, por la supervivencia de La Capilla, por la lámpara que aquí se mantiene encendida. Siempre respondo, que en la medida de lo posible permanecerá. Es la retaguardia del Alminar, muy expuesto a los agentes erosivos. Todo deberá tener un final, algún día, y mi intención es que ademas de lejano, La Capilla sea el último lugar en mantenerse activo.
Que así sea, si Dios quiere.