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El busto del Cristo regresa a la parroquia de San Agustín del Real
La primera vez que escuché hablar del culto al Cristo de Limpias en Melilla fue en al año 2006, cuando José Ruíz Vacca me contó la historia. El primer artículo que escribí sobre este impactante y centenario culto fue un año después, en julio de 2007, en la Crónica de Ceuta. Él ya no pudo leerlo porque había fallecido una semana antes. Sentí una gran sensación de desamparo, porque me quedé solo frente a una inmensa tarea, la de desvelar todo lo que había sido ocultado, sin su apoyo y su precisa orientación. Muchas de las cosas que me contó, en nuestro escaso año de amistad, eran solo breves indicaciones de las que había que investigar y descubrir todo. A lo largo de cuatro años escribí una decena de artículos sobre el culto al Cristo de Limpias en la ciudad. Descubrimos casi toda la historia, desde su incierto y difuso origen, hasta su también oscuro final.
A pesar de que habían pasado 17 años de su desaparición, pude apreciar el dolor que había causado su eliminación en 1989, por el sacerdote Jesús Hurtado Salazar. Fueron muchas las personas, sobre todo mujeres, que me dijeron que no querían morirse sin volver a verlo, dentro de su urna, en la parroquia de San Agustín del Real. El culto se origina en el cementerio de Melilla, tras la muerte de la que parece ser su propietaria, María Cosimini, fallecida en 1930. Fue la familia la que decidió donar el busto a la parroquia del Real, barrio al que ella pertenecía, tras erigirse la actual parroquia en 1929. En el barrio del Real y en la parroquia de San Agustín, el culto se extendió y arraigó. En la tumba de María Cosimini, todavía pueden verse las marcas en donde estuvo colocada la urna.
Aquellos primeros artículos estaban llenos de datos imprecisos o erróneos, porque los recuerdos ya eran muy difusos. Lo que se mantenía era el eco del culto y de la devoción. En aquellos primeros años, descubrí una copia olvidada del auténtico Cristo de Limpias (Cantabria), que es una talla de cuerpo completo, donada por Concepción Prozurama a la parroquia Castrense, y que actualmente puede verse en la iglesia de San Francisco Javier.
Todo lo que se ha podido averiguar sobre esta devoción está ya puesto por escrito, aunque como siempre, estamos muy lejos de haber escrito la última palabra. Con la creación del Alminar en mayo de 2011, todo fue distinto, y la historia y búsqueda del busto del Cristo de Limpias de Melilla se abrió al conocimiento del mundo. Son muchos los artículos que alberga El Alminar sobre este culto.
3 de noviembre de 2015, el culto restaurado
La reposición del Cristo de Limpias en su urna de San Agustín, 26 años después de que fuera retirado del culto público de modo clandestino, se aceleró de forma inexplicable. La previsión parroquial era hacerlo en los primeros meses del año 2016. Sin embargo, la comunicación interna de la visita pastoral del obispo de Málaga D. Jesús Catalá Ibañez aceleró la situación. No se comunicó ningún tipo de actos, celebraciones litúrgicas o de comparecencias públicas, y toda la visita, realizada entre el 2 y el 4 de noviembre, se llevó a cabo en la más estricta intimidad. En otras ocasiones se daba a conocer, a través de su oficina de prensa, la agenda de la visita pastoral.
La restauración del culto, era por sí misma, una noticia de muy elevada importancia, pues se trataba de acabar con un paréntesis demasiado largo, y de volver a dar continuidad a un culto centenario. En 1920, existió un barco pesquero bautizado con el nombre de Cristo de Limpias. Es difícil averiguar el por qué de esa reposición apresurada, y del silencio que envolvió la ceremonia histórica, que contó con la presencia de dos obispos, uno ejerciente, Catalá Ibáñez, y otro emérito, Ramón Buxarrais.
La Democracia se instauró para que los españoles no siguiéramos divididos por una guerra fratricida.
El culto al Cristo de Limpias ha sido restaurado porque un párroco no puede realizar un acto de esa envergadura sin permiso de su obispo. Ni ser motivo de discordia, ni división de los fieles.
El Cristo de Limpias estaba expuesto a la veneración de los fieles con todas las bendiciones del Obispado de Málaga, por lo tanto, «la fechoría» ha sido sanada desde la raíz. «SANACIÓN IN RÁDICE» . Así se hace en la terminología eclesiástica.
El interés de Monseñor Catalá Ibañez en restaurar el culto de un modo tan rápido y contundente, con su presencia y bendición, es un indicio de algo que todavía no podemos explicar, pero sí intuir.
Pues bien venido ese indicio.
Aquí estamos lejos de los focos que vigilan al Alminar y podemos comentar las cosas con más libertad. Esta ceremonia fue muy fuerte, de alto rango, con un obispo ejerciente, ostentando todos los símbolos de su poder episcopal, Mitra y Báculo, acompañado de un obispo emérito. La Iglesia se comunica también con imágenes y aquí, en una iglesia de barrio, periférica, quiso enviar un mensaje que no alcanzamos a comprender en su totalidad.
La Iglesia no anticipa sus intenciones, ni comunica sus motivos, simplemente anuncia sus nombramientos y todo lo demás es especulación. La renovación por sorpresa del Vicario melillense José Manuel Barreiro, en el año 2011, pilló a todos por sorpresa, al igual que la remoción anterior del vicario Manuel Jiménez Bárcenas, que fue descendido a una iglesia de Benalmádena.
La Iglesia, cuando alguien se ha envanecido demasiado, le hace descender de golpe, para que encuentre la humildad y la vocación de servicio a los menesterosos. Si supera esa prueba, volverá a ascender en los escalones eclesiales.
También a veces, te hace descender de golpe, para ya no volver a subir jamás.
He asistido a muchas ceremonias religiosas, y de todas las que he visto en Melilla, esta fue la de mayor esplendor. Nunca había visto oficiar a un obispo revestido de todos los signos de su rango. Lo que me lleva a hacerme muchas preguntas.
¿Todo esto para el nombramiento de un acólito, por mucho que lo merezca?, ¿Un obispo en persona para bendecir una imagen de culto en un pequeño templo parroquial?.
Desde la iglesia de San Agustín se ha enviado una señal, que en un tiempo no demasiado largo, comprenderemos en su totalidad.
Es esta calma y este silencio espeso el que anuncia algo en camino.
Desde esa parroquia de barrio se ha enviado una señal y un signo. El Prelado Diocesano refrendando la actuación del Párroco, que actúa en comunión con la Iglesia Universal y en obediencia con su Obispo. Aviso a los navegantes, murmuradores, grupúsculos y otras «rara avis».
De un «plumazo» se acaba la división, bancos reservados y otras menudencias.