Las Hijas de la Caridad se fueron de Melilla y del Centro Asistencial el 27 de noviembre de 2011. el obispo emérito de Málaga y capellán del centro, Ramón Buxarrais, partió de la ciudad el pasado 22 de septiembre de 2017. No hay coincidencias en las fechas ni en las causas.
Desde su llegada al Centro Asistencial en 1991, monseñor Buxarrais recuperó la tradición de las visitas de San Nicolás, que deben realizarse al menos 3 lunes de cada mes, descansando uno. Yo conocí ese lugar en 2007 y lo he visto transformarse y cambiar, siempre en torno al vínculo de San Nicolás primero, y del obispo Buxarrais después. Al principio y hasta su marcha de Melilla, fueron las monjas de La Caridad las que se encargaban de abrir la capilla, y de recoger los cientos de velas que las personas que la visitaban dejaban en el suelo, debajo de sus imágenes preferidas o a las que tenían mayor devoción. Nada hay comparable al calor que proporcionan las velas y al olor de la cera caliente. La rehabilitación del templo en 2012 acabó con las velas de cera, que fueron sustituidas por los lampararios eléctricos. El ambiente se tornó más frío, pero continuó la tradición, mantenida ya en solitario por el obispo Buxarrais y algunos de sus colaboradores. Esos 5 años (2011-2016) fueron años duros y solitarios. Con la eliminación de los cirios y velones, fueron abandonando la capilla muchas personas que la visitaban cada lunes.
Hay cosas que desaparecen de golpe, y otras que lo hacen poco a poco. en este caso y en este lugar se han combinado ambas. En primer lugar la brusca desaparición de las Hijas de la Caridad, y finalmente la marcha definitiva, por enfermedad de monseñor Buxarrais. Por primera vez en décadas, el Belén ya no se ha instalado en la capilla, ya no ha sido necesario cubrir con las cortinas «el milagroso» Cristo del lado de la epístola. Fue el propio padre Buxarrais el que me advirtió de la condición milagrosa e intercesora de la imagen.
En 2016 se produjo allí un hecho curioso, y es que el lunes de San Nicolás coincidió con el 29 de febrero, algo que solo volverá a suceder dentro de 28 años. No podemos saber qué ocurrirá con ese lugar dentro de ese tiempo. A lo largo de estos diez años hemos sido testigos de muchos sucesos, de los cuales hemos compartido gran parte. Todo esto será solo historia muda dentro de poco. Nos vamos a asegurar de que los santos tenga sus luces encendidas a lo lago de todas las navidades. Luego ya no sabremos qué pasará. Probablemente las imágenes se quedarán solas, como tantas otras, como en otros muchos lugares. Es el signo de los tiempos. Hoy compartiremos una imagen inédita, la de monseñor Buxarrais cerrando la capilla, como cada lunes, ya entrada la noche de un día de invierno de 2015.
Todo pasa, menos el Amor de Dios.
Me queda el enorme orgullo de haber conocido la labor desarrollada por las Hijas de la Caridad en ese recinto.
Me queda la alegría que experimenté siempre que me acercaba a él.
Nunca olvidaré el día que me visitó en el hospital, permaneciendo un buen rato conmigo.
En Melilla quedan sus muchas obras, signo del Amor de Dios; que Monseñor Buxarrais ha sabido derramar a manos llenas.
Siento en mi alma el gran vacío de su ausencia.