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Requiem aeternam dona ei, Domine; et lux perpetua luceat ei
En Melilla era conocido como fray Jesús Cortejosa Gómez, en dónde estuvo hasta los años finales del siglo XX. Mientras estuvo aquí era un fraile franciscano, luego se reintegró al clero diocesano, pues él era sacerdote. En nuestra ciudad lo fue todo: párroco de la Medalla Milagrosa, de la iglesia Patronal de la Purísima, guía espiritual de varias cofradías, y sobre todo, uno de los últimos frailes franciscanos de Melilla la Vieja.
A fray Jesús le tocó revitalizar el culto en las parroquias e iglesias que atendió, tras la desolación de la etapa iconoclasta, que dejó las iglesias vacías de imágenes, adornos y fieles. En la terminología bizantina el padre Cortejosa era un iconódulo, o devoto de las imágenes. Restauró cultos, promovió el cambio de las imágenes de la parroquia de la Medalla Milagrosa por otras más actualizadas y de estéticas contemporáneas. Como párroco de Batería Jota levantó la delegación de Cáritas de Cabrerizas. Era incansable en su labor pastoral y siempre tenía tiempo para atender a todo el que se le acercara.
Su presencia en la ciudad se prolongó entre 1985 y 1996 y le tocó la etapa más dura de la iglesia de La Purísima, templo fundacional de la ciudad. La iglesia patronal de la ciudad era una pura ruina, abandonada por casi todos. Esa es la época en la que le conocí, y una de las que recuerdo con más agrado. El convento de capuchinos, en donde residían la comunidad, era un edificio semiabandonado, frío y húmedo, en donde las condiciones de vida eran muy duras.
Se le puede considerar como el artífice de la salvación del templo patronal de Melilla, junto con la dirección Provincial del Ministerio de Cultura. En 1991 autorizó en traslado de la imagen de la Virgen de la Victoria a la Asociación de Estudios Melillenses, en donde recibió culto durante casi un año.
Padre Jesús Cortejosa Gómez
Era natural de San Fernando (Cádiz), en donde estaba arraigado y a cuya Diócesis regresó tras salir de Melilla. Fue párroco en Zahara de los Atunes, Jerez de la Frontera y otras localidades. La noticia su fallecimiento el día 20 de noviembre de 2018 fue dada a conocer por el Obispado de Cádiz- Ceuta. Su entierro se ha producido el pasado día 21 en el cementerio de Chiclana, en donde también fue capellán. El padre Jesús Cortejosa contaba con 70 años de edad.
Sin embargo, su nombre pasará a la posteridad por haber fundado el culto de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, con una imagen de su propiedad y autoría del imaginero sevillano Juan González Ventura, en la barriada de Bazán. La imagen era venerada en su propio domicilio, pero el culto arraigó tanto, que cedió la imagen a la parroquia de la Sagrada Familia, de la barriada de Bazán, que es en donde se venera en la actualidad, y en la que ha llegado a convertirse en su patrona. Que descanse en paz, el padre Jesús Cortejosa.
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Gracias, querido Hermano Hospitalario. El padre Jesús fue eso y mucho más. Trabajador incansable, párroco de la Purísima Concepción, de la Medalla Milagrosa y de San Francisco Javier. Capellán del Buen Consejo, y confesor del Buen Consejo y de La Salle.
No te corrijo nada de lo escrito.
Puedo decir que salía del convento a las 7 de la mañana y volvía a la hora del almuerzo.
La Cofradía del Flagelado y Cáritas de Batería Jota fueron su pasión. ¡Aquellas verbenas para recaudar fondos!
En el Pueblo, además de Guardián del Convento, era Custodio de la Patrona de la Ciudad y párroco de la Purísima. Trabajó sin límite. Y nos dejó trabajar.
Descanse en Paz nuestro querido Hermano.
Por las tardes salía a las 17 horas a La Milagrosa y volvía a las 20 horas a la Purísima Concepción. Muchas veces los feligreses le pedían que no celebrase la Eucaristía. Que subiese al convento a secarse; muchas lluvias que pilló en el camino, a borde de la motocicleta.
Le recuerdo pintando y decorando platos con fines benéficos.
Otra de sus aficiones: la confección de rosarios. Usaba alambre plata.
Cierto…..me has recordado su moto, un ciclomotor. Había olvidado esa imagen suya.
El año 2002 fui a Málaga a recoger una distinción del Sindicato Nacional de Escritores Españoles. Sin pensarlo dos veces me presenté en Vejer de la Frontera. Le llamé por teléfono indicándole que estaba allí. No se lo creía. Le dí detalles que alcanzaban mi vista. Entonces me dijo: «dile al taxista que hay ahí, que te traiga al convento».
Efectivamente, sus vecinos denominaban su casa como «el convento». Su alegría fue inmensa…
Después me confió su pena. No tenía ni un recuerdo de la Virgen de la Victoria.
Cuando regresé a Melilla, gestioné una hermosa fotografía enmarcada, con placa dedicada a su labor. Se la llevó y entregó en mano Arturo Lacárcel, hijo.
Hasta hace unos meses he mantenido contacto telefónico con él.
Hoy, onomástica de la Virgen de la Esperanza, quiero recordar a Fray Jesús por su empeño en rehacer la Cofradía del Flagelado, pero sobre todo por introducir en la ciudad de Melilla el culto a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza. Un abrazo al cielo.