Etiquetas

“A vosotros os ha sido dado el misterio del Reino de Dios, pero a los otros de fuera se les dice todo en parábolas, para que mirando no vean, oyendo no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”Marcos 4, 11-13

 Las parábolas permiten un gran margen de maniobra, porque a veces no todo puede expresarse de modo claro. La verdad, una sensación, algo que se quiere transmitir, se disipa y desvanece cuando más queremos definirlo. No todo puede expresarse, no todo puede ser dicho. Hay que aproximarse a ello mediante un rodeo, o sea, una parábola. Siempre he defendido la necesidad de utilizarlas, aun a riesgo a veces de resultar algo confuso. El mismo Jesús, el Cristo, no conseguía ser comprendido, ni siquiera por sus propios apóstoles, por lo que se vio en la necesidad de aclarar incluso sus propias parábolas. Muchas, aun hoy, siguen siendo difíciles de interpretar. La Iglesia Cristiana Oriental no define dogmas, porque considera que al intentar plasmarlos se pierden. Solo tiene como tales los definidos por los textos sagrados.

  A  veces hay que elevarse para ver claro y otras descender hasta la parte más baja. Ese es nuestro camino y nuestra constante. Ya dije hace unos días que el tiempo de este año está cumplido, y es verdad.