La cuestión de las imágenes
Todos los años, cuando llega la Semana Santa y veo una imagen detrás de otra, ricamente adornadas, a veces excesivamente, surge en mí la misma reflexión. ¿A quíen se le tiene la devoción, a Dios y a la Virgen o a sus representaciónes?. Que nadie piense que la respuesta es fácil, pues esta cuestión llevó a una guerra abierta entre la Iglesia de Roma y la de Bizancio, que supuso a la larga, la ruptura absoluta entre las dos ramas principales de la Iglesia cristiana. Existe otra iglesia , muy santa también, defensora de la misma Fe en Jesucristo y que suele ser conocida como iglesia ortodoxa.
Aunque no muchos lo conozcan, existe un patriarca, tan antiguo como el Papa de Roma y con la misma categoría ecuménica, que es el Patriarca de Constantinopla, con el título de “primero entre iguales”. La prevalencia del Papa de romano, su doctrina de la infalibilidad pontificia, son en realidad, casi una herejía doctrinal, inaceptable para el resto de las iglesias cristianas, a saber: El Patriarca de Antioquía, el Patriarca de Jerusalén, el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, el Patriarca católico de Georgia, el Patriarca de Serbia, el de Rumania, el de Bulgaria, el arzobispo de Chipre, de Atenas y de toda Grecia; el metropolitano de Polonia, el metropolitano de Praga y de toda Bohemia, y el arzobispo de Nueva York y de Norteamérica.
En toda la iglesia cristiana ortodoxa de Oriente no existe una sola imagen en volumen de Jusucristo, de la Virgen o de ninguno de sus santos. La Virgen no ostenta título alguno, salvo el de María Teótokos (madre de Dios). Es más, el 90 % del santoral romano no es ni siquiera aceptado por ninguna de las iglesias de Oriente. Desde que viajé a Grecia en 1998 y ví las iglesias ortodoxas, llenas de iconos y de velas, tuve la sensación íntima de que si alguien está más cerca de la herejía y casi de la idolatría, es la iglesia de Roma. La lucha entre iconódulos (partidarios de las imágenes) y los iconoclastas (defensensores de su eliminación), tuvo su abanderado más célebre en el emperador Bizantino León III , el Isaurio, en el siglo VIII. Dicen también que Constantinopla cayó abatida por sus inmumerables pecados, que siempre pesan más que las virtudes, y que también fueron muchas.
El mandato del Padre fue claro: “No haréis imagen alguna ni la adoraréis”. Y Jesucristo dijo: “No he venido a abolir la Ley del Padre, si no a hacerla cumplir”. La cuestión no es fácil y sigue abierta. Aparte de la cuestión de las imágenes, existen otras diferencias doctrinales importantes. En las iglesias de Oriente no se acepta el dogma de la Inmaculada Concepción, ni la Asunción de la Virgen. Solo conmemoran “la dormición” de La Virgen. Muchas de las basílicas de Oriente llevan ese título, el de “la dormición”. Si fuese preguntando sobre que postura adoptar con respecto a las imágenes, no tendría une respuesta fácil. en algunos casos pienso que existe una verdadera creencia, en otros en pura idolatría y Fe de escaparate. Sobre qué hay detrás de ellas o sobre qué representan realmente, nada definitivo puede afirmarse.
También reconozco la belleza de las imágenes y de la hermosa estética de muchas procesiones, e indudablemente, existe una manifestación de Fe real en ellas, pero también hay mucho de representación teatral. Solo quiero decir que nunca hay una única visión, y que Roma no es toda la cristiandad, ni su visión es única y excluyente. Nada debe imponerse, quién quiera creer, es libre de hacerlo, y quién no, también.
El Cristo del Perdón y de la Fe del Barrio del Real de Melilla lo fue todo para el barrio durante décadas, hasta que diversas vicisitudes provocaron la extinción del culto procesional en el más populoso de los barrios melillenses. Hoy muchos casi ni recuerdan su antiguo nombre.
Nota: León III, el gran iconoclasta. http://es.wikipedia.org/wiki/Le%C3%B3n_III_%28emperador%29


«A quién se le tiene devoción, a Dios a la Virgen o a sus representaciones»? Esa cuestión tiene varias interpretaciones, y creo que cada persona lo entiende de modo distinto. La imagen ayuda, es un cauce tal vez. En ocasiones cuando miramos la foto de un ser querido que ya no está entre nosotros sentimos «adoracion» por esa imagen y es capaz de despertar sentimientos, recuerdos, emocionarnos e incluso arrancarnos alguna lágrima. Y sin embargo la devoción no es hacia el papel de foto o el portarretratos. Es una vía, una ayuda. A mi la imagen de Jesús Cautivo no me da la fe en absoluto. No deja de ser un objeto, pero lo que yo veo en ese objeto me remonta de modo espiritual a Dios Padre. Y si veo, por poner un ejemplo, El Cristo de La Agonía, me ayuda a imaginar como fue el momento que la lanza le atravesó el costado. Son imagenes nada más, pero evocadoras eso sí.
Yo no he acertado todavía, Cruz de Malta, con una respuesta que me satisfaga. Tengo solo respuestas parciales a momentos específicos de mi vida. Durante décadas, ninguna imagen me dijo nada. Mi inmersión en este mundo se produce en el año 2006. Desde entonces he descubierto y hecho cosas que me han ayudado mucho.
A veces veo cosas que todavía me hacen tomar más distancia sobre las cosas, y en ocasiones veo otras que me vinculan de alguna manera a algunas imágenes y representaciones, pero en una vía totalmente distinta a la de la Fe o la del Arte.
En ocasiones creo haber encontrado esa tercera vía y en otras vuelvo a perderla. Detras te todo hay personas y son ellas ly sus influencias las que nos acercan o alejan de las cosas.
Quién se queda sólo en la devoción y el fervor, cae en la idolatría. Quien respeta y venera la imagen y es capaz de ver tras ella algo más, encuentra el sentimiento espiritual. Y te aseguro que es una experiencia gratificante. Se trata sólo de encontrar a alguien que sea capaz de mostrarte y hacerte ver esa respuesta. En la vida casi todo son cauces.
Muy buena continuación a la entrada anterior, estoy de acuerdo en todo.
Que cada cual crea lo que quiera, eso sí, sin interferir en la vida de los demás.
A raíz de un comentario tuyo, Isa, se me ocurrió rescatar esta entrada del Alminar y completar la anterior con esta, con tan solo unas pequeñas variaciones. Entre el Alminar y La Capilla hay vasos comunicantes internos.
No hay puentes a la vista de todo el mundo, porque pretendemos reservar este espacio del vendaval que sopla fuera. La misma entrada (ha habido comunicación en ambos sentidos), no tiene aquí el mismo efecto que allí, o a la inversa.
Nadie tiene derecho a imponer sus creencias, o a condicionar las de otras personas con las creencias propias. Si esto se entendiese y se llevase a cabo, nos iría mejor a todos.