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          «Águeda, buena de nombre y buena por sus hecho.s Águeda, cuyo nombre indica de antemano la bondad de sus obras maravillosas, y cuyas obras corresponde a la bondad de su nombre; Águeda, cuyo solo nombre es estímulo para que todos acudamos a ella como trasunto de la bondad de Dios». Metodio de Sicilia *.

           Águeda, la joven siciliana martirizada en 251, es la primera gran maltratada de la historia. Es o fue conocida como protectora de la mujeres, en los tiempos en los que el universo conocido era cristiano, pero fue una víctima del maltrato, antes que otra cosa. Hoy en día, tal cual están las cosas, es mejor no recrear ni mencionar los detalles morbosos de su tortura, ampliamente difundidos en otras épocas por la Iglesia. Ya no son tiempos de protectoras ni de patrones, pero su nombre debería ser invocado como ejemplo,  contra esa lacra que asola al universo femenino. Esa lacra impuesta por la sociedad patriarcal, y que se renueva de modo continuo. El planeta de las mujeres es totalmente distinto del masculino. Las mujeres están sometidas en todas las sociedades, y solo en unas decenas de países tiene unos derechos equivalentes a los de los hombres, pero no tienen un situación real de igualdad, ni siquiera en estos países.

                     El último instante de los lunes de san Nicolás

        Los momentos en una vida tienen unas secuencias extrañas o difíciles de entender. Desde hace algunas semanas disfruto de ese último instante antes del cierre de la capilla del Centro Asistencial. No lo había hecho antes. No hay luz, toda está en penumbra, ya no hay feligreses. Las oraciones de las fieles, casi siempre mujeres, ya se han disipado o permanecen entre las imágenes. Entre las tenues luces se aprecian con mayor profundidad algunos pequeños detalles, en los que no solemos fijarnos con la luz del día. Las luces de la velas, que parecían a punto de apagarse, brillan con nitidez en la noche. Todo está en orden, hasta el silencio, que cubre con su manto cualquier angustia o inquietud. A veces el silencio es también una respuesta, otras es solo silencio, que también es necesario.

     Quien quiera que siga mirando aquí, seguirá viendo encendidas las luces. Las fuerzas no son ilimitadas. Las últimas estarán dedicadas siempre a este lugar. Aunque no lo parezca, es el que sostiene todo. Nuestro objetivo es seguir intentando una frecuencia más corta entre las entradas, o al menos que no haya una semana sin escribir aquí algo nuevo.

       Tener un mismo lugar como un punto de referencia es importante. Es algo que nos obliga a dedicarle parte de nuestra atención, y también proporciona cierta orientación. Cuando se pierde el rumbo se regresa allí y se vuelve a empezar, las veces que sea necesario. Siempre es lo mismo y siempre es diferente. Febrero es un mes muy femenino. Hay muchas mujeres como titulares en el santoral. Es otro asunto sobre el que meditar.

Nota: *Santoral, José Sanz Vila