En un comunicado difundido esta mañana, el Obispado de Málaga ha advertido los siguiente: “Este Obispado hubiera deseado no haber tenido que intervenir la Cofradía de las Penas, como no desea intervenir cofradía alguna. Pero los hechos obligan a veces a tener que hacerlo para poner paz, transparencia y orden. Animamos a todos los Hermanos Mayores a trabajar con ilusión, en plena comunión con la Iglesia”.
El conflicto surgió en noviembre de 2014 en la Cofradía de Las Penas, durante la convocatoria del cabildo de elecciones. Las candidaturas enfrentadas recurrieron a todo tipo de mangoneos con tal de alzarse con el triunfo y poner obstáculos a la candidatura contraria. El espectáculo fue tan poco edificante, que el Obispado decidió intervenir la Cofradía en enero de 2015 y nombrar un administrador imparcial con el encargo de desarrollar el proceso electoral, de acuerdo a lo admisible en Estados democráticos.
Tras la intervención, el Obispado instruyó 15 expedientes administrativos, e impuso 6 sanciones a los cofrades menos ejemplares. Algunos de ellos presentaron a su vez revocaciones contra la decisión de episcopado, y presentaron nuevos recursos. Hay que recordar que la Iglesia tiene sus propios tribunales eclesiásticos y su legislación propia, el Código de Derecho Canónico, que es de ámbito universal.
Todo fue analizado en la magistratura de Roma, y tras su estudio ha acabado dando la razón al Obispado malacitano. Con esto la Iglesia recuerda dos cosas, que es colegiada y jerárquica. Lo que se hace con la mano derecha, también lo sabe la izquierda. Lo que hace el sacerdote de un pueblo, lo refrenda si en necesario, el mismo Papa de Roma.
Las cofradías son asociaciones públicas de fieles, espacios laicos de Fe, pero que a veces acaban convirtiéndose en lugares de lustre y promoción personal. Tanto es así, que en ocasiones, los obligados procesos electorales de renovación, acaban convirtiéndose en espectáculos cainitas. Una vez alcanzada el cargo de hermano mayor, o cualquier otro, se corre el riesgo de caer en la tentación sucesoria, haciendo cualquier cosa, con tal de mantenerse en ellos.
Nadie escarmienta en cabeza ajena, pero la iglesia advierte que llegado el caso, no dudará en disolver o intervenir lo que haga falta. Quien quiera participar en la vida de La Iglesia, sabe desde el principio que debe sumisión a su magisterio y plena comunión con su doctrina. Para cualquier otra cosa, ya está la iglesia luterana, en la que uno se perdona los pecados a sí mismo.
En largos dos largos milenios de historia, la lista de herejías y desviaciones con las que ha acabado la iglesia de Roma, llenan las páginas de cualquier enciclopedia. La Santa Iglesia puede existir sin las cofradías, que son un invento decimonónico, pero en la situación inversa no. No hay cofradías sin iglesias. La medicina de la Iglesia contra quien la desafía, es amarga como el ajenjo.
Paz, transparencia y orden, pero sobre todo: Misericordia.
Afirmé que la Iglesia es Madre y Maestra. Escribí que la Autoridad Eclesiástica en Melilla se llama Don Roberto Rojo, y que todas las cofradías y hermandades están sometidas y regidas por el Derecho Canónico; que es la Ley por la que se rige la Iglesia Universal.
Alguno querrá indicarme que la Iglesia se rige por el Evangelio de Cristo. Pues bien. Aceptemos todo y no habrá sobresaltos.
Veremos si a partir de ahora, algún cofrade se atreve a insinuar que la Autoridad de la Iglesia, entiéndase Vicario Episcopal, «no tiene ni voz, ni voto». No creo que alguien se atreva a mandarle callar.
La nota de prensa del Obispado de Málaga deja muy claro lo acaecido en la Cofradía de Las Penas, algo que se podía haber extrapolado a la ciudad de Melilla. Sólo el silencio del Sr. Vicario ha apagado el fuego.
Han intentado hacernos polvo, impedirnos escribir. Nos han arrastrado a los tribunales de Justicia, como a forajidos, solo por contar lo que pasaba. Hemos sufrido persecución por defender a La Iglesia en Melilla y a su representante. Ahora el obispado ha puesto las cosas clarísimas.
Roberto Rojo ha purgado errores del pasado durante el año de La Misericordia. Se ha reivindicado y ha ofrecido la imagen del «sacerdote que debe ser».
Nunca tuve miedo, pero han intentado hacernos mucho daño. Cuatro años de persecución es mucho tiempo.
Cristo es mi Único Juez y Señor. Lo demás, pelillos a la mar.
He observado muchos gestos por parte del Sr. Obispo en sus visitas a la ciudad. En la ordenación diaconal, me asombró el orden de prelación en el presbiterio.
Ver a dos obispos impartiendo la bendición final me conmovió. Grandísimo gesto de Monseñor Catalá hacia Monseñor Buxarrais.
El silencio de los corderos. ¿Dónde están ahora los gallos que cacareaban?
El silencio en las cofradías y hermandades de la Diócesis de Málaga es evidente. ACATAMIENTO AL DERECHO CANÓNICO, AL MAGISTERIO DE LA IGLESIA, Y A LA AUTORIDAD DEL PRELADO DEL LUGAR. No valen los experimentos.
Ni siquiera en el Año Jubilar de la Misericordia.