


La devoción de las 1000 Ave María surge en 1445, cuando la Virgen se le apareció a santa Catalina de Bolonia en la noche del 25 de diciembre. Por espacio de la quinta parte de una hora, retuvo al Niño Jesús en sus brazos. El suceso se produjo cuando la santa estaba absorta en la contemplación del misterio de la Navidad.
En recuerdo del prodigio, las hermanas de la Santa del Monasterio del Corpus Domine, cada año, recitaban 1000 veces esta salutación en la noche de Navidad. Esta devoción se hizo pronto popular entre los fieles. Para facilitar su cumplimiento y a partir del 29 de noviembre, se rezan 40 salutaciones del Ángel, divididas en cuatro decenas, acompañadas de una meditación específica. Así durante 25 días consecutivos, hasta el día 23 de diciembre, en el que se completarán los mil rezos, u oraciones. Con esta repetición del saludo, 40 veces al día (preferible en la noche) durante esos 25 días, se logra una sintonía con la propia celebración de la Natividad, y sirve de preparación para el misterio de la Encarnación.
Texto y meditaciones de las 1000 Avemarías
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
A imitación de Santa Catalina de Bolonia, alabaremos a la gran Madre de Dios por su sagrado nacimiento, con estos cuarenta saludos angélicos para obtener de ella protección en la vida y asistencia en la muerte, para que desde esta tierra de peregrinaje lleguemos a los lugares eternos de Paraíso.
Primera decena: En primer lugar, rezando diez Avemarías y otras tantas bendiciones, consideraremos el misterio inefable de la Encarnación del Verbo, y la gran dignidad de la Virgen en haber sido elegida Madre del Altísimo.
Ave María llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Bendita sea, oh María, la hora en que fuiste elegida como Madre de Dios.
Segunda decena: En segundo lugar, con el rezo de diez Avemarías y otras tantas bendiciones, meditaremos en la humildad del rey de los cielos, que eligió un humilde hogar para su Navidad, y en la alegría que tuvo María al ver nacer de ella en el pesebre al único hijo del Padre.
Ave María llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Bendita sea, oh, María, la hora en que te convertiste en Madre del Hijo de Dios.
Tercera decena: En tercer lugar, con el rezo de diez Avemarías y otras tantas bendiciones, recordaremos atentamente la perfecta diligencia de la Virgen María, cuando cumplió los oficios de Marta y Magdalena al contemplar a su hijo el Redentor y asistirlo como a un tierno niño.
Ave María llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Bendito sea, oh, María, el primer latido maternal que sentiste por el Hijo de Dios.
Cuarta decena: En cuarto lugar, rezando diez Avemarías, y otras tantas bendiciones, consideraremos la gran reverencia con que María, más en el corazón que en el pecho, la abrazó, estrechó, besó y adoró a ella y a nuestro Dios, hecho hombre por nuestro amor.
Ave María llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Bendito sea, oh, María, el primer beso que diste a tu Hijo e Hijo de Dios.
Último rezo, 23 de diciembre
Alabado sea Dios por siempre, porque a imitación de nuestro Santo, hemos cumplido este devoto ejercicio: y roguemos a la Reina de los Ángeles que, como fruto particular, Ella, la Madre de Jesús y Madre nuestra, se digne obtener para nosotros, en vida, un verdadero arrepentimiento de nuestros pecados, y la salvación eterna del alma, en nuestra muerte. Oh Dios, concédenos a tus fieles ser sostenidos por la intercesión de Santa Catalina, por cuyas virtudes somos atraídos a tus misterios. Por Cristo nuestro Señor.
Seguidamente se rezan las últimas 4 decenas de Avemarías, que completan el rezo de las 1000 salutaciones.
Nota:https://www.preghiereperlafamiglia.it/devozione-delle-mille-ave-maria-recitate-online.htm