Según en qué ciclo litúrgico, abril es un mes más tradicional para la semana santa que el de marzo. Parece que una próxima y no muy lejana reforma situará la semana de pasión cristiana en este mes, y además establecerá una semana fija para su celebración y conmemoración. Esto evitará su desplazamiento trianual por el calendario y permitirá programar mejor los actos. En el norte de África coinciden varios ritos cristianos, no solo el católico, sino también el copto y el ortodoxo; por lo que la reforma busca también una coincidencia temporal con estas otras tradiciones y ritos.
La bula de la semana santa melillense
Mantener las tradiciones a lo largo de los siglos es difícil. Los origenes de las procesiones son relativamente modernos. En la Melilla de la larga noche de los 400 años (1497-1860) todo se desarrollaba dentro de los muros de la ciudad vieja. Los santos y las imágenes se sacaban a las calles en ocasiones muy específicas, como la festividad del santo o santa, en conmemoraciones litúrgicas, o en momentos excepcionales, tales como asedios, sequías, en espera de la llegada de los barcos de suministros. Las conmemoriaciones litúrgicas de semana santa se realizaban dentro del templo mayor melillense. Existían varias cofradías, pero no en el sentido que actualmente conocemos, a finales del siglo XVIII, con las denominaciones de Santísimo Sacramento, Benditas Ánimas, Nuestra Señora de la Soledad, Santo Cristo de la Vera Cruz y Santiago. Extraña que Melilla no cuente con una imagen de San Miguel, pese a ser el titular de la primera iglesia.
La semana santa que conocemos se funda a partir de 1940, con la participación de todas las iglesias erigidas dentro del nuevo territorio. Actualmente, una parte de los desfiles procesionales en España están protegidos con la categoría de «interes turístico», de «interés cultural», o tienen una entidad que rebasa el propio hecho religioso. La acción y participación del turismo influye y transforma las propias procesiones, que se convierte en eventos culturales.
No sucede nada de esto en nuestra ciudad. La semana santa está sostenida únicamente por el trabajo y la participación de un puñado de fieles, que mantienen una actividad cofrade y de hermandad, al margen de las subvenciones oficiales que ayudan con los locales y enseres, pero no pueden entrar en la propia dinámica religiosa. Ese el campo de las Bulas o edictos papales, de obligado cumpliento en todo el orbe católico romano
In memoriam et fidelitate Dei
En recuerdo y la fidelidad de Dios. Este podría ser el título de la Bula canónica que protegiese y enalteciese la semana santa de Melilla, que recae sobre los hombros y espaldas del millar de fieles que la sostienen y mantiene cada año, bien portando los tronos, ayudando y colaborando en las cofradías, asitiendo a los oficios religiosos, o acudiendo a los desfiles procesionales. Las bulas regulan, promueven y distinguen los distintos grados de colaboración.
Existe un amplio entramado de indulgencias con oraciones dedicadas a profesar la fe en Dios Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, que rezadas en un determinado momento, lugar o frente a una imagen sacra, otorgan beneficios personales y colectivos.
Mujeres y hombres, pero sobre todo mujeres jóvenes bajo los tronos y palios, en una semana santa difícil, pequeña, frente al otro millar de personas que asisten a la procesiones, y que la hacen distinta cada año. A la vez anónima y silenciosa.
Credo de Nicea-Constantinopla
«Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras; y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Así sea». ( 7 años de indulgencia si se reza tras el final de la misa y plenaria si se reza durante un mes entero).