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El Cardenal Rocuo Varela y varios obispos expresan su afecto y veneración a monseñor Buxarrais
Enrique Delgado
El próximo 12 de diciembre monseñor Ramón Buxarrais cumplirá 86 años, D.m. Ramón Buxarrais Ventura fue ordenado sacerdote un 17 de diciembre de 1955. Es una doble celebración en diciembre, el mes de Adviento. Son 6 décadas ejerciendo el sacerdocio, dando ejemplo de vida y de palabra. El libro Testimonio de monseñor Buxarrais consta de una serie de charlas realizadas a lo largo de dos meses en el año 2012, cuando atravesaba un bache físico, que precisó de dos operaciones.
Testimonio es hasta ahora el último libro publicado sobre el Padre Ramón, como se le conoce en el Centro Asistencial de Melilla, en el que ejerce como capellán desde 1991.
Lo importante de Testimonio, libro editado por la editorial melillense GEEP, es dar noticia y cuenta de sus actividades y opiniones en la última etapa de su vida. La larga experiencia y la perspectiva cambian la percepción de las cosas. Define, consolida y ayuda a discernir sobre que es transcendental y lo que no lo es.
Evangelio significa dar noticia o testimonio, en el que el papel más eximio es el del evangelista, el redactor, el que da cuenta. El libro ha sido enviado a 14 diócesis españolas, y hasta la fecha he recibido respuesta de 5. Entre las respuestas, la de más alto rango es la del Cardenal Antonio Mª Rouco Varela, quien se expresa así: «Transmítale mi mejor recuerdo y mi saludo fraterno a monseñor Buxarrais». El obispo de León, monseñor Julián López Martín se muestra especialmente afectuoso: «Muchas gracias por este Testimonio de quien fue mi obispo en Zamora, y al que sigo profesando gran veneración».
Braulio Rodriguez, Arzobispo de Toledo y Primado de España, afirma: «Que Dios nos siga concediendo su gracia y que la experiencia de tantas personas concretas, como la de monseñor Buxarrais, nos impulse a seguir anunciando el evangelio en nuestros días». El obispo de Ciudad Rodrigo, monseñor Cecilio Raúl Bersoza, escribe que: «El libro de Buxarrais me hará mucho bien, personalmente y en mi ministerio pastoral».
Por último, monseñor Ginés García, obispo de Guadíx, expresa que: «Libros como el de Testimonio, en el que se recogen diversos textos sencillos y vitales, de conversaciones con el obispo emérito, el buen D. Ramón, son una ocasión para proclamar la eterna fidelidad y misericordia del Señor, que va escribiendo cada día en la vida de sus hijos».
Todos los días, desde hace 4 años, monseñor Buxarrais sigue oficiando una misa diaria abierta al público, en la capilla del Centro Asistencial de Melilla.
Es el ejemplo de su vida lo que seduce. Su decidida renuncia al ejercicio del episcopado, lo que mas llama la atención. No para descansar y pasear; sino para su entrega definitiva al servicio de los ancianos y de los niños.
Renunció a ser obispo de la diócesis de Málaga, para vivir en soledad años de entrega a los demás y de oración. Una vida escondida en Dios. Al igual que muchos pobres, siento la eterna dicha de saberme querido por él.
Hoy he sido testigo de excepción de la entrega de Don Ramón hacia los mas desfavorecidos. Desde antes de las diez y media de la mañana se afanaba en transportar ancianos en sillas de ruedas hasta la capilla del Centro Asistencial. Le ayudaban empleados de la casa y algunos voluntarios.
Después ha celebrado la Eucaristía, con la capilla llena de personas, hasta la puerta de la calle, y con la participación de seglares que le han ayudado a proclamar la Palabra de Dios y a dar la comunión a los ancianos y fieles. Al final se ha cantado Cumpleaños feliz, en honor a Don Ramón, que ha cumplido 86 años, e incluso ha habido gritos de ¡VIVA EL CURA! Todo en honor de un sacerdote santo.
Me alegro de que hayas sido testigo de eso. Tengo la sensación de que en uno de estos viajes que anualmente realiza monseñor Buxarrais, no volverá, por cualquier razón, aun que sé que su compromiso en con Melilla y los ancianos del Centro Asistencial. Cuando Dios Padre disponga, sus planes son inexcrutables, pienso que monseñor Buxarrais merece ser venerado y reposar en paz eternanmente, y no ser reducido a cenizas, como es su voluntad.