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            El mandato del anciano párroco fue claro, en uno de los últimos días que nos vimos en la capilla: «Tú cuida siempre de los santos, y ellos te lo agradecerán». Lo significativo de esta frase es que la pronunció apenas unas pocas semanas antes del infarto que le retiró de la que era su parroquia o capilla, desde 1991. Había culminado así, de manera abrupta, un largo lapso de tiempo de estancia en Melilla, de más de 26 años. Su voluntad fue siempre la de acabar sus días en este ciudad, pero la voluntad es solamente una intención, que precisa de muchas combinaciones del destino, para que se pueda consolidar en un hecho.

               ¿Qué quieren de nosotros esas imágenes?, se pregunta el profesor Fernando R. de la Flor, en su profundo libro De Cristo, en el que parece bordear la frontera de lo místico, pero sin dar el siguiente párrafo, porque su intención y objeto es científica. Son imágenes o representación de Dios o de sus santos y santas, que en su momento fueron objeto de un  culto intenso. Hechas, realizadas y encargadas en un tiempo y con unas intenciones distintas a las actuales, pero que parecen seguir demandando una atención nueva, o una adaptación a los nuevos tiempos.

               Tampoco hay que exponerlas demasiado, para que no acaben convertidas en aquello para lo que no fueron pensadas. Demasiada atención puede alterar la débil conexión que todavía parece unirlas a nuestro mundo. El otro consejo ofrecido por el padre Ramón, fue el de rezar constantemente jaculatorias a los santos y santas. Los fieles tienen sus preferencias y por eso vamos a escribir varias de esas jaculatorias, a distintos hombres y mujeres del santoral.                                          

                                      Oración a Santa Lucía, virgen y mártir

         (I)  Por aquella admirable fe que tuvisteis, oh gloriosa Santa Lucía, cuando ante el tirano hicisteis protestas de que nadie había podido quitaros el Espíritu Santo, que habitaba en vuestro corazón como en su templo, alcanzadme del Señor la hermosa suerte de vivir siempre en un santo y saludable temor de perder la gracia y de huir de todo aquello que pudiera acarrearme una perdida tan grave.

      (II) Por aquella singular predilección que tuvo con vos, oh gloriosa Santa Lucía, vuestro inmaculado esposo Jesucristo, cuando con un inaudito milagro os hizo inmóvil, a pesar de todos los esfuerzos de vuestros enemigos para arrastraros a un lugar de pecado y de infamia, alcanzadme la gracia de no ceder jamás a las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, y de combatir constantemente contra sus asaltos, con la continua mortificación de todos mis afectos.

      (III) Por aquel amor ardentísimo que tuvisteis a Jesús, oh gloriosa santa Lucía, cuando después de haberos consagrado a Él con voto irrevocable, renunciasteis a los partidos más ventajosos, y después de haber distribuido en limosnas todos vuestros bienes, sacrificasteis también vuestra vida bajo el hierro cruel que atravesó cuello, alcanzadme la gracia de arder continuamente en santa caridad, para que esté pronto a renunciar a todos los bienes y soportar todos los males,antes de llegar a ser en alguna manera infiel a Jesús.

                 Padrenuestro, Avemaría y Gloria con cada oración. Rogad por nosotros Santa Lucía.

Indulgencia de 300 días. Plenarias si se rezan todos los días durante un mes.

Nota:https://santuariodejuanelbautista.com/2018/10/01/jaculatorias-y-oraciones-de-los-santos/