La necesidad de contener la lengua
Refrena tu lengua, porque el que es locuaz, no tendrá paz en la tierra. La persona habladora ama la mentira. ¿Cuál es su gusto sino hablar constantemente?. Cuanto menos medita en sus propios pecados, tanto más solícita anda buscando las faltas de los demás, y las busca, no para corregirlas, sino para murmurar. No puede disculparse a sí mismo, pero siempre está dispuesto a acusar a los demás.
La lengua del hablador destila veneno mortal, más nocivo que el de las serpientes; pues si éste puede matar el cuerpo, aquél puede matar el alma. Porque escrito está: la boca mentirosa da muerte al alma.
Ante ti tienes la justicia y la maldad; tienes una lengua sola con la que poder escoger entre uno u otro; ¿por qué has de escoger el mal y preferirlo al bien?. Pones gran cuidado en no tomar manjares que puedan ser nocivos para tu estómago, y ¿ te atreves a dar a tu lengua alimentos de iniquidad?. El mismo cuidado que pones en elegir lo que has de comer, debes también emplearlo para lo que has de hablar. Máximas de san Agustín, Barcelona 1935
La necesidad de adoptar un posición
Pocos santos expresan con tal agudeza las cosas como San Agustín, entre otras cosas porque él experimentó todo aquello sobre lo que escribe. Vivir en la indefinición es posible, pero a veces se llegan a disyuntivas en las que ya no cabe otra alternativa que escoger.Si vemos que un hombre es escarnecido, que se conspira contra él, y se le hace objeto de insidias de las que no puede defenderse, entonces hay que tomar una posición. Escoger entre el bien y el mal, con todas sus consecuencias. Ya hay demasiado silencio entre quienes deberían hablar alto, claro y a la vista de todos.