Etiquetas
Bautismo de Jesús, evangelistas, Jerónimas de Granada, Real Monasterio de San Jerónimo, tiempo de Navidad



Real Monasterio de San Jerónimo en Granada
«Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trató de impedírselo, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Y respondiendo Jesús, le dijo: Déjalo ahora; que es así como nos toca a nosotros cumplir toda justicia».
El domingo 12 de enero acabó el tiempo litúrgico de la Navidad. Es la última semana después de la Epifanía, y concluye siempre con el Bautismo de Jesús. Todo los evangelistas mencionan ese momento, pero solo Mateo lo redacta dando a conocer el propio acto en sí, con ese llamativo diálogo, que concluye con una insondable respuesta del bautizado. Los estudiosos del evangelio, escrutan una y otra vez, en busca de las palabras propias de Jesús, intercaladas entre los evangelios sinopticos. Si en alguna frase no hay duda, debería tratarse de esta. La veracidad del momento la inician la afirmación, y la pregunta del Bautista, siempre preciso y contundente, siempre desabrido.
Si conociésemos todo con antelación, no habría sorpresas. El Real Monasterio de San Jerónimo es una joya renacentista de Granada, recuperado en la década de 1960, tras siglos de abandono y expolio. Solo está habitado una parte, por una comunidad de monjas jerónimas. Son las que mantienen el lugar. Solo se celebra el oficio de la misa una vez en semana, en la mañana de los domingos, en una pequeña capilla situada en unos de los laterales del claustro.
Allí se celebró el último oficio de Navidad, para dar paso al tiempo ordinario, con una liturgia cantada, que conmemora el bautismo en las aguas del Jordán. El sacerdote oficiante atravesó todo el espacio, bendiciendo con el hisopo, a todos y cada uno de los allí asistentes, en una fría mañana de Granada. No solo era el hecho, que se repite en cada templo del orbe cristiano, era el lugar, uno de los que albergan más historia de toda la ciudad posterior a la conquista del 2 de enero de 1492, la que se conoce como «Granada cristiana». El monasterio y el templo mayor son de una belleza solo comparable al de la catedral de La Encarnación. Están en pleno centro, pero ajenos a la masificación del entorno. Es un lugar al que regresar siempre que se tenga ocasión.















